El capitalismo es de colores y se proyecta en alta definición al punto que se instala en el imaginario de los aletargados, como un estadio normal, de intereses políticos, sociales y económicos
Quienes no asumen la revolución con lealtad, disciplina y compromiso, sirven a los intereses de aquellos que históricamente nos han adversado, perseguido y maltratado. Es el caso de quienes a pesar de haber participado activamente en la construcción del socialismo bolivariano en sus inicios, hoy sin rubor alguno lanzan excremento contra sí y su historia, bajo la consigna de estar en la izquierda de la izquierda, en la negación de la negación, en el menos por menos, pero en concordancia con la ultra derecha que golpea para pulverizar al gobierno legado por el comandante eterno en la persona del presidente Maduro.
Bien lo decía el presidente Chávez, la revolución es un rio crecido que va dejando en la orilla todo lo que no le es propio. Así el proceso se depura dialécticamente y va poniendo los caballos frente la carreta, para avanzar en la oscuridad capitalista en pro de un socialismo que en nuestro caso aspira ser suficiente para el logro de la mayor suma de felicidad posible para todo, incluyendo a quienes, por confusión, ignorancia o premeditación y alevosía, huyen por la izquierda desde la izquierda para cobijarse en los brazo de la derecha por la derecha.
Sé que la conducta inducida por la derecha política, es un mal estructural que se instala en el inconsciente de los adictos al fácil razonamiento, el oportunismo, la egolatría y la no reflexión. Y es que el capitalismo es de colores y se proyecta en alta definición al punto que se instala en el imaginario de los aletargados, como un estadio normal, de intereses políticos, sociales y económicos que son objeto de deseo, ambición y devoción por el poder en sí y para sí que les demanda sus egos exacerbados.
Así entre ironías y sarcasmos contra el gobierno revolucionario del presidente Maduro, los ideólogos auto excluidos del proceso intentan inyectar una carga ideológica contraria disfrazada de corriente alternativa que desdice del mandato de unidad, lucha, batalla y victoria, encomendado por el comandante eterno. ¿Qué clase de chavista es quien abandona la lucha? ¿Qué clase de revolucionario es quien no asume la totalidad con responsabilidad dialéctica para criticar?
Afortunadamente, los que juramos lealtad y compromiso somos más y tenemos nuestra vida empeñada en este camino. Pues, más allá de los errores y omisiones que le son propios a toda obra humana, está vivo el sueño por la construcción del socialismo bolivariano, chavista y revolucionario.
Nadie dijo que el camino era fácil. Viva Chávez, viva el presidente Maduro. Aquí nadie se rinde y el que se va no hace falta.
Ángel Rafael Tortolero Leal
aporrea.org