Lo que nace odiando, vive y muere en su propio odio
Cesáreo José Espinal Vásquez
cjev@cantv.net
La historia debe estudiarse y analizarse desde el momento que se producen los hechos para conocer el por qué, modo, causa, propósito y razón de lo acontecido. No en sus consecuencias, más de las veces injustificables y fatalistas cuando se nace odiando, persiguiendo y destruyendo por apetencias y ambiciones personales y culto a la personalidad.
El patético ejemplo lo tenemos con Karl Marx y Friedrich Engels, quienes aprovechando una situación crítica ocasionada por la revolución industrial en la primera mitad del siglo XIX debido al desplazamiento de obreros y artesanos por las máquinas a vapor, se crea en 1834, “la liga de los proscritos” principalmente en Inglaterra, Alemania y Francia, luego transformada en “la liga de los justos” en 1836, fundada en París con el lema “Todos los hombres son hermanos”.
Marx y Engels se sumaron a la Liga de los Justos” y en 1847 la absolvieron al pedirle a Wilhelm Wieitling, su teórico y líder, que redactara los principios fundamentales, recibiendo de respuesta “El Manifiesto Comunista” y cambiando el lema por “Proletarios de todos los países, uníos”.
El socialismo humanitario fue creado por Robert Owen en Escocia, cuando a los 29 años de edad, su suegro le dio la administración de la fábrica de hilados en 1799, dándoles trato considerado y humano a los obreros, el descanso diario, vacaciones, reduciendo la jornada, eliminando el trabajo a menores de edad, etc.
Escribió entre otras obras “La formación del carácter humano” (1814), “La nueva visión de la sociedad” (1823) y “El nuevo orden moral” (1826), por lo que su socialismo ético, moral y humanitario basado en la convicción y la conciencia social del empresario, dio resultados satisfactorios para todos los trabajadores y fundadores del cooperativismo.
El owanismo, como se le ha llamado, se conoció cuarenta y ocho (48) años antes del Manifiesto Comunista y Marx calificó a ese socialismo como utópico, porque el socialismo científico, materialista y comunista, se hace en revolución y no por convicción.
Es de notoriedad que el presidente Hugo Chávez se declaró marxista, seguidor de los postulados del Manifiesto Comunista, por lo cual, siendo una ideología a la fuerza en la lucha de clases, la eliminación de la propiedad privada y el control del Estado-Gobierno de los servicios y producción, es indudable que el socialismo-comunista que ha aplicado este régimen de gobierno, no puede ser considerado democrático, sino tiránico de revolución permanente, en la cual el pueblo es utilizado como “tonto útil”. Y se ha dado a llamar “socialismo del siglo XXI”.
El fracaso del marxismo es la esclavitud del pensamiento, cercenando el libre desenvolvimiento de la personalidad, que es el derecho más sagrado del ser humano. De los objetivos del Manifiesto Comunista, el proletariado debe tomar el poder político por violencia y desmontar toda la estructura social; pero en este ámbito radical de eliminación del Estado, en el “presidum” se aplica “el socialyomismo”, que son la corrupción y el abuso del poder