Reviviendo la dictadura
Las persecuciones, las ansias de perpetuidad de algunos mandatarios y la crisis moral habían sido expulsadas del país hace décadas
Las variables que se presentan en el país son cada vez más dramáticas y parecen situar a la nación en el camino de épocas oscuras que se creían superadas desde hacía muchos años y que con añoranza y convencimiento se pensaba que no volverían a aparecer. Rememorar que las persecuciones, las ansias de perpetuidad de algunos mandatarios y la crisis moral habían sido expulsadas del país hace décadas, era algo de lo que los ciudadanos podían vanagloriarse. Sin embargo, cuando era poco probable que un sistema dictatorial reapareciera, el país ha visto cómo las sombras de la ignominia han vuelto a irrumpir con saña.
El desprecio hacia la voluntad popular al desconocer el funcionamiento de la Asamblea Nacional y hasta el uso de argumentos jurídicos para despojar de sus escaños a parlamentarios de oposición, son las muestras más claras del poco respeto que tienen el Presidente y su partido a la institucionalidad democrática, pues todo aquel que manifieste su oposición al régimen, atenta contra el sueño de la perpetuidad que no oculta quien gobierna y por lo tanto debe ser apartado bajo la lógica de la represión y los anhelos del partido único.
La gran mayoría de poderes están controlados por figuras del partido oficialista, que ni siquiera guardan las formas al momento de declarar y de actuar. Personajes que ahora son magistrados que se dieron a conocer por representar al partido gubernamental en acciones y actividades son los encargados de organizar los comicios y de impartir justicia. La manipulación partidista es tan acentuada que los entes judiciales intervienen organizaciones políticas opositoras colocando en su directiva a oscuros y serviles personajes que son cercanos al gobierno y que le hacen el favor al régimen de poner en práctica una posición colaboracionista y afín a sus intereses.
Mientras el gobierno impide la entrada a defensores de derechos humanos, representantes de instituciones multilaterales y veedores electorales imparciales, incrementa una política de cooperación estrecha con Rusia y China que le ha permitido adquirir considerables cantidades de armamento que muestra y exhibe sin ningún recato, mientras los países de la región guardan un silencio tímido y hasta cierto punto absurdo en la medida en que pueda generarse un desbalance en el tema militar que pudiese dejar consecuencias catastróficas en la región.
Daniel Ortega ha decidido emprender una serie de acciones con miras a poder seguir administrando a Nicaragua como su propiedad. Tal es la envergadura de sus hechos que sin importarle cuidar las formas, ha colocado a personas de su entorno en importantes puestos de decisión hasta llegar a nominar como compañera de fórmula a su esposa. Quienes pensaban que las dinastías políticas y los regímenes dictatoriales habían sucumbido con la huida de Anastasio Somoza de Nicaragua en 1979, se equivocaron, pues Daniel Ortega ha decidido emularlo sin mayor dificultad.
Luis Daniel Álvarez V.
luis.daniel.alvarez.v@gmail.com