Los golazos de de Juanpi Añor y Josef Martínez reivindicaron a la Vinotinto de Rafael Dudamel, que careció de consistencia para mantener el nivel los 90 minutos
Al analizar el partido muchos coincidían en lo de “sabor agridulce”. Un empate después de ir ganando 2-0 siempre deja tal sentimiento, mucho más con la sed de triunfo de una afición tan consecuente a pesar de continuas frustraciones. Sí, hasta los propios jugadores seguramente salieron de la cancha con el convencimiento de haber logrado cosas positivas, junto a la frustración de ver escaparse la victoria.
El entusiasmo en Mérida, acrecentado por la ventaja, fue premiado especialmente por ese golazo de Juanpi Añor que abrió las cifras, y rematado por el segundo, de Josef Martínez, igualmente notable por la inteligente definición de este y por el ingrediente colectivo, que obliga a darle mérito a Salomón Rondón.
Fueron dos culminaciones estupendas de un equipo que, ahora sí, tuvo talante ofensivo. Que llegó repetidamente al área argentina y logró opciones trabajando como equipo, con disparos errados o controlados por la defensa gracias a cierta precipitación. Una faceta que comenzó con la seguridad de las líneas de atrás y por una mayor coordinación que permitió sacar provecho al trabajo de Rincón y de Peñaranda -especialmente-, además de los tres mencionados antes.
Claro que no puede hablarse solamente de volantes y delanteros. Vale destacar el trabajo de Alexánder González y de un José Manuel Velázquez que hizo méritos para ganarse la titularidad, así como el acierto de Oswaldo Vizcarrondo, en particular en los balones aéreos. Del grupo de atrás en general, de su solidez -que pasaba por la necesaria anticipación-, surgió la capacidad para generar ofensiva y crearle problemas a la zaga argentina.
Sin embargo, otra vez los 90 minutos fueron mucho. El desgaste afectó, a medida que avanzaba el segundo tiempo llegaron los detalles de atrás que siempre castigan, y la visita consiguió la paridad a unos 5 minutos del final cortando el entusiasmo de una afición que plenó el Metropolitano y, con su respaldo, confirmó que Mérida (por su tradición, por su abolengo futbolístico) es una buena plaza para la Vinotinto.
Lo sustantivo, de cara al futuro -no hablamos de Rusia 2018- es que la selección superó el impacto del decepcionante partido ante Colombia. Con todo y el bajón del segundo tiempo. Porque mejoró notablemente la defensa, hubo mayor tenencia del balón y mejor coordinación, con un par de goles de alta factura. Otro punto positivo fue la reacción después del empate que produjo un buen testazo de Rondón y un remate de Velázquez al vertical derecho.
Nunca olvidamos que “el contrario también juega”. Y es preciso reconocer que, a pesar del 0-2, los argentinos siguieron haciendo su juego, sin desesperarse, hasta crear oportunidades y concretarlas. Pero, en general, hubo mejoría en el accionar criollo, se vieron unos cuantos hechos que llaman a tener confianza en la continuidad del alza mostrada en la Copa América. Hubo reserva, además, para afrontar y superar el efecto de las tres bajas por suspensión, otro aval para el grupo que maneja Rafael Dudamel. A la conclusión seguimos convencidos de que, si bien sigue faltando mucho por hacer (conseguir resultados, en particular), vale la pena darle respaldo al proceso que conduce el ex guardameta.
Aunque horas después todavía sintamos el “sabor agridulce”.
¿Volvió Brasil?
Tras la victoria ante Ecuador el jueves, Tite pidió a sus jugadores que tuvieran la «valentía» de disfrutar el momento, un exceso desterrado de la ‘canarinha’ durante sus años más oscuros, con el que el nuevo seleccionador quiere devolverle a Brasil el descaro que puso a sus pies el fútbol mundial.
Cerrada la era Dunga -un militante de la férrea disciplina que repartió entre sus jugadores un código de conducta que prohibía, entre otras cosas, las sandalias-, la baqueteada Seleçao de los fracasos en cadena se ha lanzado a los brazos del profesor con los ojos cerrados, como se vio en el triunfo ante Colombia (2-1).
«Tite trajo más motivación, es el inicio del trabajo, pero creo que toda la comisión técnica y los jugadores están de enhorabuena», afirmó a Sport TV el zaguero Miranda, autor del primer gol de Brasil en el minuto 1, y también el primero de su carrera con la ‘canarinha’.
Aunque uno de los grandes beneficiados del dulce encuentro con este técnico que vibra en la banda y reconoce que lloró al llamar a su mujer tras su estreno ha sido Neymar.
Enterradas en el pasado quedan las críticas que hizo el por entonces entrenador del Corinthians al joven ‘crack’ del Santos hace cuatro años, cuando le acusó de ser «un mal ejemplo para los niños» por simular faltas.
Armando Naranjo
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