Nadie se va mover para apuntalar un proyecto de gobierno que legalice el precio de los bachaqueros, mediante la liberación de precios, que restaure la privatización y sus consecuencias inmediatas la tercerización y los despido masivos
Elías Jaua Milano
Tras las menguadas movilizaciones contrarrevolucionarias que se observaron el pasado 7 de septiembre en todas las capitales del país, la coalición opositora dejó en evidencia su inexistencia orgánica en la mayoría del territorio nacional. Su fuerza organizada sigue asentada en los municipios del este y con una motivación esencialmente ideológica en contra de la revolución.
Las condiciones objetivas de malestar en la población, producto de las dificultades económicas, no logran ser capitalizadas por una oposición que es vista como factor fundamental en la generación de los actuales problemas y cuyo paquete de soluciones que asoman para resolver los mismos, generan más terror que ilusión. Nadie se va mover para apuntalar un proyecto de gobierno que legalice el precio de los bachaqueros mediante la liberación de precios, que restaure la privatización y sus consecuencias inmediatas, como la tercerización y los despidos masivos o que pretenda resolver el desabastecimiento congelando salarios y aumentando tarifas de servicios públicos a precios internacionales, para que el pueblo no tenga exceso de liquidez y por lo tanto no compre tanto.
La oposición no tiene liderazgo ni proyecto que convoque a las grandes mayorías. Es por ello que su estrategia es la toma del poder por la vía de la perturbación permanente de la estabilidad política, económica y social que lleve a un desgaste psicológico de la población, que les permita a ellos el propósito de ponerle la mano al coroto como sea. Se trata de llegar a Miraflores a costa del sufrimiento y la angustia del pueblo.
Eso no es sano y por eso las grandes mayorías populares no los acompañan en las calles.
Lo anterior lleva a la desesperación a dirigentes que, como Henry Ramos Allup, se autoimpusieron plazos para derrocar al presidente Maduro y ahora drenan su frustración a través de la promoción de un peligroso odio de clases contra el chavismo, intentando provocar una guerra fratricida en Venezuela. La historia no los absolverá.
En contra parte, hemos visto un chavismo nutrido y vigoroso en oriente, en los llanos, en los andes, en occidente, en el sur, en el centro y en la región capital. Son centenares de miles de campesinos y campesinas, jóvenes, trabajadores y trabajadoras, indígenas, comuneros y comuneras, pescadores y pescadoras, estudiantes, pobladores y pobladoras, milicianos y milicianas, motorizados y motorizadas, hombres y mujeres militantes del Psuv, de los partidos aliados y de una infinidad de colectivos sociales, culturales, ecológicos, sindicales y políticos que se han movilizado con su dirección comunal, municipal, estatal y nacional al frente, para defender nuestro modelo socialista bolivariano y el instrumento que nos dejó el comandante Chávez para seguir construyéndolo hacia el futuro, el Plan de la Patria.
La revolución bolivariana es una fuerza de estabilidad para la patria y estamos movilizados defendiendo el derecho a gobernar en paz para poder lograr la recuperación plena del abastecimiento de productos esenciales y el poder adquisitivo de los trabajadores y trabajadoras, así como la preservación y expansión del empleo y la protección social. Estas tres variables son indispensables para restaurar y profundizar la estabilidad económica que el pueblo logró en la primera década de la revolución.
Desde esta convicción y desde nuestra fortaleza política en la calle, seguimos llamando al diálogo a la dirigencia contrarrevolucionaria, con el fin de lograr un mínimo de reconocimiento y coexistencia política, teniendo como principal objetivo la tranquilidad y la prosperidad de la familia venezolana. Esa es nuestra principal preocupación en estos momentos.
Dialogar a favor del pueblo es un acto de madurez que se merecen los venezolanos y venezolanas. Mientras la oposición se decide a obrar en función de los intereses nacionales, por encima de su obsesión de poder y sus fracturas internas, acudiendo a la mesa de conversación, el chavismo seguirá en la calle y trabajando por la paz y la prosperidad.