***Manuel Alejandro Campino Carmona, te nos fuiste de manera abrupta y sin despedirte
***Nos dejas un gran dolor en nuestros corazones, pero sabemos que te estás reencontrando con el amor de tu vida, tu esposa Gladys de Carmona y habrá rumba en el cielo
Desde los años 60 tocó la tumbadora para varios grupos musicales. De su andar como fanático, rememora que “para entrar gratis al boxeo, antes tenía que trabajar repartiendo programas donde se anunciaban las peleas en el Nuevo Circo de Caracas».
El pasado miércoles recibo una llamada inesperada, como todas aquellas que traen una mala noticia. Era Carmen para decirme que su papá había muerto. Se fue de repente el sonero de las esquinas de Totumo y Guayabal, Manuel Alejandro Carmona, el “Campino” de La Pastora con más de seis décadas ligadas al deporte, a la música, a los masajes y al refranero popular. Se fue con su música a otra parte, allá dónde lo espera Gladys hace años, para volver a bailar juntos «El Manisero”.
El Campino fue uno de los mejores fisioterapeutas que tuvo el deporte en Venezuela. Viajó por todo el mundo dando sus masajes a miles de deportistas, muchas olimpíadas, bolivarianos, centroamericanos, panamericanos, entrenador de grandes boxeadores de la vieja escuela, querido por todos los deportistas.
Gran percusionista, tocó en la Sonora Caracas, Conjunto Napoleón, Sexteto Guayabal y muchos grupos famosos nacionales e internacionales, y recibió premios, reconocimientos, dio entrevistas, toda una gloria deportiva que se encuentra en el salón de la fama del atletismo. Campino fue un alma libre que con mucho trabajo y humildad consiguió muchas alegrías y satisfacciones… Fuiste buen esposo, un excelente padre, maravilloso abuelo y súper bisabuelo.
Tu hijos y nietos te despiden con dolor, sabiendo que estás en un mejor lugar, viendo desde allá a los “bate quebra’o” que abundan en el mas acá.
La tumbadora:
En reportaje hecho por José Cuevas (ciudad ccs) se puede leer: “Boxeador aficionado a comienzos del año 51, pasando después al rol de entrenador y masajista de atletas de distintos deportes, con asistencia a cinco Juegos Olímpicos, y todavía le alcanzó el tiempo para la música, como ejecutante de la tumbadora”.
Lo musical lo aprendió Manuel Alejandro Carmona de su hermano Elías Carmona, quien tocaba la guitarra y el piano. Incluso acompañó al tenor Alfredo Sadel en varias grabaciones.
“Desde los años 60 tocó la tumbadora para varios grupos musicales, aunque últimamente solo amenizó algunos toques que se organizan luego de concluir la tradicional Misa del Deporte, todos los 6 de enero, con la agrupación Sexteto Guayabal”.
Lo vi, no me lo contaron
En su casa de La Pastora hay un sótano al que gentilmente me invitó en una oportunidad. Ahí tiene una verdadera colección fotográfica con grandes del acetato, como Ismael Rivera, el Sonero Clásico del Caribe, Los Antaños del Estadio, entre otras agrupaciones del género melódico caribeño. Incluso, alternó con la orquesta del cubano Benny Moré, en una de las tantas veces que pasó por Venezuela. El sótano es como el túnel del tiempo. Ahí se resume el pasado glorioso de un país, su gente y sus hazañas que ya perdimos y no existen.
El deporte tiene una deuda
Uno de los momentos más importantes de su trayectoria fue cuando el caraqueño Bernardo Piñango fue poco a poco labrando la senda del triunfo para obtener la medalla de plata en la final del boxeo, categoría peso gallo (54 kilogramos), en los Juegos Olímpicos de Moscú-1980, capital de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Piñango peleó la final olímpica en boxeo.
“Él tenía cortes en las cejas (incluso se dijo que se las cosieron y le pusieron betún para disimular las heridas). Además, la mano derecha resentida. “Le masajeé la muñeca, los nudillos, previo al vendaje. Subió, peleó y cayó por decisión con el cubano (Juan Bautista Hernández). Fue plata, pero con sabor a oro, por la valentía demostrada”. Esa medalla se la debemos al “Campino”, al sonero de Guayabal.
Todo un jodedor
Alejandro Campino Carmona nació un 17 de julio de 1933, viudo de doña Gladys Valero, de cuyo matrimonio nacieron Alfredo (entrenador de rugby), Simón (jugador de baloncesto), José Gregorio (masajista en el IND) y Carmen (directora de Cultura de Chacao en el mandato de Irene Sáez). Tiene siete nietos y un bisnieto.
Obtuvo el diplomado de entrenador de boxeo de manos del instructor argentino Pedro H. Cuggia (1969). El de masajista, en 1954, en actualización dictado por el médico José Domingo Martínez Morales. Tuvo un campeón mundial de boxeo, Vicente Paúl Rondón, y formó parte del equipo de tres medallistas olímpicos criollos.
Se le atribuye el término “bate quebra’o”, ya que en una oportunidad, trabajando con las selecciones de beisbol amateur, le dijo a un entrenador que dentro de su grupo de atletas “había unos cuantos bates quebrados»; esto para hacerle saber que algunos pupilos no tenían las cualidades para estar en esas competencias. Con el tiempo, el término se hizo popular en otras disciplinas deportivas para referirse a jugadores que no tienen oportunidad de sobresalir.
Adiós Campino
“El seudónimo de Campino me lo encasquetaron porque en mis inicios en el boxeo, mi llave (amigo) de gimnasio era de apellido Campino. Y la gente nos identificaba a los dos con ese a apelativo”, le comentó al periodista José Cuevas.
No pudo ir a los Juegos Olímpicos como atleta, pero sí acompañó a muchos como masajista en las conquistas de medallas, como en Moscú (Rusia, 1980, plata del boxeador Bernardo Piñango), y Barcelona (España, 1992, Arlindo Gouveia y Adriana Carmona). “Lástima que el taekwondo era un deporte de exhibición. Pero para mí, la de oro de Gouveia tiene igual valor, porque se la ganó ante los mejores. Lo mismo digo del bronce ganado por Adriana”.
Las otras citas olímpicas a las que asistió fueron Seúl, Korea 1988; Atlanta, EEUU 1996; y Sidney, Australia 2000. “Hice mi trabajo con todos los atletas criollos que, por algún motivo, se lesionaron y tuvieron que someterse a sesiones de masajes en esos juegos”.
Manuel Alejandro Carmona era tan arrecho como ser humano, que esperó que concluyeran los juegos olímpicos Brasil 2016, para despedirse; mejor dicho, irse a la calladita para que no lo olviden. Campino descansa en paz.
A Calzón Quitao dominical