La expresión recoge perfectamente el reconcomio, la frustración y la decepción que siente la fauna opositora frente a sus desquiciados líderes
De psiquiatra quedó la fauna opositora luego de su apocalíptico llamado a la Toma de Caracas. Otra decepción más.
Desde diciembre andan con la perorata de que ahora sí llegó el fin del chavismo. Da pena ajena recordarlo, pero la irresponsable dirigencia de la MUD juró por todos los santos que acabarían con el Gobierno bolivariano en apenas seis meses.
Que tenían no uno, sino una chorrera infinita de estratagemas montadas para asaltar el poder, ya sea “forzando” la renuncia del presidente, la inhabilitación política, la reforma constitucional, la enmienda y para rematar, el tan cacareado Referendo. Pues en todas han rodado, principalmente por sus torpezas, miserias y divisiones internas. Han fracasado en su obcecada misión de romper el hilo democrático y constitucional.
Los líderes de la MUD son un fraude. Los opositores lo acaban de palpar en carne propia. La expresión “Maldita MUD” recoge perfectamente el reconcomio, la frustración y la decepción que siente la fauna opositora frente a sus desquiciados líderes.
Tuvieron un mes preparando con alharaca planetaria la llamada Toma de Caracas. Al mejor estilo hollywoodense prometieron toda una puesta en escena que haría caer de inmediato al gobierno. Anunciaron una gesta libertaria.
Sin embargo, solo generaron tensión, pánico y temor entre los ciudadanos, transportistas y el comercio en general.
Luego el día D, el primero de septiembre, fuimos sorprendidos por una romería blanca, es decir, un convite estilo verbena de escuela con maratón 5K incluido, con confites, payasitos y mucha bailoterapia. Más que un acto político, parecía la aplicación preventiva de un tratamiento colectivo para el control de la ira, la frustración y la descarga de arrechera de las masas iracundas.
Previamente se percibía de calle el fracaso que la dirigencia opositora tenía asegurado. Luego de los desvaríos iniciales y las declaraciones temerarias de muchas de sus múltiples cabezas y voceros, anunciando que tumbarían raudamente y sin anestesia al gobierno, tuvieron que salir cantinfleando, aclarando que “no vamos a Miraflores”. Afirmando que, según el manual de golpes de Estado, eso es para después.
La romería blanca de la MUD generó mucho malestar. El descontento se tornó en reproches y acusaciones. Poco dada a la autocrítica, la dirigencia opositora saltó en lágrimas y sollozos cuando sus impolutos nombres quedaron asociados a la odiosa etiqueta “Maldita MUD”.
Y es que después de todas las eventualidades, intrigas y esfuerzos de los ingenuos opositores, los convocan a una marcha para anunciarles, en el plato estelar, que están cordialmente invitados a otras marchas más y que para el desahogo de las frustraciones, descarguen a discreción las arrecheras con las excelsas y resistentes ollas Rena Ware. Esto es todo. Le hablan a su gente como si estuvieran escribiendo por Twitter.
Con escasísimos caracteres y el verbo segado, evidenciando la carencia de discurso, de “speech”, de contenido y profundidad, una evidente falta de mensaje y orientación política para con sus seguidores. Luego de los selfis de rigor, les dijeron váyanse para la casa a cacerolear. No esperen nada más.
Luego que los líderes faranduleros acabaron su puesta en escena y abandonaron sigilosamente la tarima (para ir a ver sus fotos en Twitter, puro marketing político), el odio de sus hordas hambrientas de sangre se desató con varias de las escaramuzas violentas a los que nos tienen acostumbrados en Altamira y Las Mercedes.
En estos extraños episodios de violencia, al sifrinaje criollo le dio por “descargarse” contra la propia Policía de Baruta, quemando una de sus unidades y atacando a dos de sus funcionarios. Pero como es costumbre de los medios de la derecha, esta acción terrorista tuvo poco eco y fue invisibilizado, escondiendo a los autores materiales, los intelectuales y, por sobre todo, su filiación política.
Escondieron los actos violentos bajo la alfombra del silencio cómplice y miserable.
Queda claro el agotamiento del liderazgo político de la MUD. Gente sin carisma ni mensaje político, que ya asoma sin pudor las pugnas internas en la carrera desenfrenada e irracional para usurpar la silla presidencial a cualquier precio.
Pero lo peor es que continúan sembrando falsas expectativas entre su gente y ahora llaman nuevamente a “tomar las capitales del país” y a la “toma de Venezuela” hasta que el CNE acepte obligado “nuestras condiciones para la recolección de 20 %”. Salió malcriada y altanera la MUD. Puros gritos histéricos. Más mentiras y falsas promesas para sus huestes, que siguen en modo “inocente pobre amigo, no sabe que va a sufrir”, como diría Juan Gabriel.
Agradecemos a Dios que nuestro país se mantiene seguro en la senda de la paz y el respeto a los valores democráticos.
Richard Canan
@richardcanan