Aprovechar los logros implica valorarlos. Resolver los errores comienza por reconocerlos. Avanzar depende de saber hacer ambas cosas.
Hace exactamente dos años, a finales de septiembre de 2014, la situación de la oposición era muy dura y la del país, ahora lo sabemos, apenas empezaba a empeorar: las fuerzas democráticas venían de protagonizar amargos enfrentamientos entre ellas por diferencias importantes sobre táctica y estrategia, mientras que el país registró precisamente en esa semana el inicio de la caída de los precios internacionales del petróleo.
En ese complejo contexto, el reto inmediato que los demócratas enfrentábamos era: reagrupar la oposición, relanzar la MUD, realizar las elecciones primarias, construir los consensos indispensables, lograr la tarjeta única y ganar las elecciones parlamentarias. Desde el traumatizado panorama de finales de 2014, todo eso parecía imposible. ¡Pero lo logramos!
Y esos logros del 2015 tuvieron una clave: coherencia. Pese a los ataques del gobierno, pese incluso al escepticismo e incredulidad de buena parte del pueblo opositor, construimos una visión compartida de la crisis. En el marco de esa visión compartida, elaboramos unos protocolos de respuesta que nos permitieron ser proactivos frente a los escenarios que pudieran surgir de manera sobrevenida; y para conducir ese accionar estructuramos una dirección colectiva que efectivamente era ambas cosas, plural y dirigente…
Asumiendo errores
Pero la victoria no es solo motivo de satisfacción y júbilo. También implica nuevas responsabilidades. En ese sentido recorrimos desde el 6D de 2015 hasta el 1S de 2016 un camino complejo. El gobierno no sabe ser minoría. Nosotros, preciso es reconocerlo, estamos aprendiendo con menos rapidez que la necesaria lo que implica ser mayoría. Así hasta que llegamos al 1 y 2 de septiembre, cuando el efecto sumado de La Toma de Caracas y del “Efecto Villa Rosa” en Margarita ponen de manifiesto que la Unidad Democrática es mayoría con calle y control, y que el gobierno no es capaz de controlar ni a sus anillos de seguridad.
Estando el campo democrático en esa posición de indudable fortaleza, ocurren dos cosas que nos recuerdan que siempre se pueden cometer errores, y que ante esa eventualidad la única conducta correcta es reconocerlos para poder superarlos: por un lado, el pánico que en algunos círculos oficialistas desata el “Efecto VillaRosa” los lleva a pedir “diálogo” con la condición de que los primeros encuentros no sean “públicos”. La Unidad, con la urgencia de utilizar todos los espacios posibles para exigir que sean retirados los obstáculos ilegales que el gobierno ha puesto en el camino al RR2016, acepta iniciar ese proceso de acercamiento que apenas dura dos reuniones, pues los problemas internos del oficialismo detienen las conversaciones, impiden que se realice la tercera reunión y hacen que el lunes 12 un dirigente del oficialismo, que había sido excluido por ellos mismos de tal proceso, “denuncia” públicamente la existencia de las reuniones (que ellos mismos habían pedido) y el carácter “secreto” de las mismas (que ellos mismos habían solicitado).
¿Cuál fue el error opositor? ¿Haber ido a esas reuniones? En realidad, no. Dialogar jamás será un error, pues el diálogo es el centro del concepto democrático de la política y de la vida social. ¿Haber aceptado el carácter privado que el oficialismo puso como condición para el encuentro? Tampoco, porque si la discreción era la condición para que el contacto se hiciera, y establecerlo era legítimo y necesario, conservar tal discreción también lo era. El error en realidad estuvo en no haber reaccionado con rapidez (y con confianza en el país) ante las supuestas revelaciones del oficialista resentido que, por haber sido excluido de ese proceso por sus propios compañeros, intentó y logró, al menos por ahora, dinamitar el incipiente encuentro. Hemos debido explicarle al país con lujo de detalles, la misma noche del lunes 12 de septiembre, quiénes se habían reunido, por qué , para qué, buscando qué objetivos, qué había pasado en esas reuniones y por qué las contradicciones internas del gobierno habían hecho abortar unas conversaciones que ellos mismos habían pedido. Todo eso debió ser explicado al país la misma noche del lunes 12 de septiembre, y nos hubiéramos ahorrado una semana completa de autoflagelación , dudas y recriminaciones.
Otro ejemplo claro de autogol son las polémicas declaraciones que un diputado opositor, que además ejerció la vocería internacional de la MUD, emitió sobre el tema Mercosur. Como en la oposición democrática no existe el “delito de opinión”, el error aquí está no en la declaración misma, sino en el hecho de que la misma debió ser formulada a título personal, ya que ni el partido en el cual milita ni la alianza en su conjunto comparte la tesis que en su declaración sostiene. Al no hacerse esa necesaria precisión, tenemos nuevamente un episodio de confusión y malestar, aprovechado exhaustivamente por el régimen y sus aliados.
¡Avanzar!
Vivimos semanas, días, horas cruciales. Las condiciones en que será recabado el 20 % se definen, con inexcusable retraso del CNE, esta semana. De esa definición depende que el RR sea efectivamente en 2016, porque si las condiciones del 20 % son legales podremos obtener un resultado tan amplio que obligue al Gobierno-CNE a convocar el Revocatorio antes que termine Diciembre. Todo eso está en juego, y la experiencia de estos últimos 24 meses demuestra que para ganar hay capitalizar y extender los logros, y reconocer y corregir los errores.
Además, hay que tener claro que la labor cizañera de los laboratorios del régimen y de los extraviados que creen que ésta no es la hora de rescatar el país sino “su” hora para disputar “el liderazgo en la oposición”, no nos lleva no a resolver los errores, sino a profundizar y extender sus efectos. Es indispensable entonces que tengamos todos, ciudadanía y dirigencia, la actitud y la aptitud necesarias para mantener, fortalecer y expandir nuestra unidad, nuestra coherencia, nuestra confianza en nosotros mismos. Los días por venir no pueden ser de enfrentamientos de la MUD contra la MUD, de la oposición contra la oposición. La única confrontación que aquí está planteada es la del país contra el régimen. Y esa confrontación la vamos a ganar, en paz y por la paz. ¡Pa’lante!