Una prensa libre, que informe sobre la vida ciudadana, es una de las piedras angulares de cualquier sociedad
Siempre hemos oído decir que la prensa es el “cuarto poder”. Este término lo acuñó el escocés Thomas Carlyle, quien a mediados del siglo XIX dijo esa expresión aunque luego fue atribuida al británico Edmund Burke, quien la pronunció en el debate de apertura de la Cámara de los Comunes del Reino Unido en 1787. Burke dijo que había tres poderes en el parlamento: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Señaló que en la tribuna donde se sentaba la prensa estaba el “cuarto poder”, y que este era el más importante de todos.
La soberanía de la opinión pública fue proclamada por las revoluciones liberales como sustitución de la tradicional soberanía absolutista del Monarca. Se consolidaba así un nuevo principio de legitimación del poder asociado a los gobiernos representativos, de carácter simbólico y abstracto pero con fuerza moral y política.
La opinión pública adquiría de esta manera un papel fundamental, a tal punto que el científico francés Blaise Pascal dijo: “la opinión pública es como la reina del mundo” e inmediatamente agrego “pero la fuerza es su tirana”.
Una prensa libre, que informe sobre la vida ciudadana, es una de las piedras angulares de cualquier sociedad. Sin embargo, en numerosos países los cuerpos de seguridad persiguen, torturan y matan a periodistas por informar sobre abusos contra los derechos humanos.
Las constituciones la consagran y los gobiernos juran defenderla, pero luego la “libertad de expresión” se convierte en una quimera. El derecho a buscar, recibir y compartir información e ideas sin miedo ni injerencias ilegítimas es esencial para la educación, para el desarrollo como persona, para ayudar a las comunidades, para acceder a la justicia y para disfrutar de todos los derechos.
La prensa debe pertenecer a los ciudadanos, y su fin último debe ser informar de todo aquello que le atañe a ellos. No debe haber mayor interés que el de supervisar a los otros poderes para establecer una democracia sana.
Existen bienes que deben ser públicos, como la sanidad, la educación y la prensa. Cuando la prensa se encuentra en manos de los gobiernos, responde a los intereses de ellos e induce a que la opinión pública sea favorable a los intereses de aquellos que componen el poder. Esta situación se da en todas las dictaduras.
En nuestros tiempos los medios masivos de información constituyen el primer poder.
Su fuerza como contrapeso de los poderes políticos ha validado su papel en el proceso de rescate del pueblo de las garras de las tiranías más sangrientas y ha consolidado la conquista de los derechos más elementales de toda democracia.