Llama la atención que la oposición, en su conjunto, haya reaccionado desde el ángulo de las corrientes que consideran que, por haber desacuerdos y enfrentamientos políticos con el Gobierno, es válido lesionar el interés del Estado y de la nación
El cambio de la orientación política en los gobiernos de Brasil y Argentina ha traído como consecuencia que el Mercosur se encuentre en una situación de enfrentamiento interno que amenaza el proceso de integración económica que le corresponde adelantar. La forma de valorar esta circunstancia puede ser diversa y depende de la óptica desde los que se analice el asunto o se emitan opiniones, en particular en lo referente a la normativa de rotación en la presidencia del organismo o al anuncio de una posible exclusión de Venezuela.
En el caso de la oposición sería completamente natural que lo que ocurre en el Mercosur fuese interpretado de diferentes maneras. Es normal esperar que, ante diferentes problemas, los partidos de familias políticas distintas o los sectores, instituciones y organizaciones con ideologías de distinto signo, tengan puntos encontrados. Sin embargo, lo que llama la atención es que frente a las declaraciones de Timoteo Zambrano no se haya expresado esa diversidad y que la oposición en su conjunto haya reaccionado desde el ángulo de las corrientes que consideran que si por haber desacuerdos y enfrentamientos políticos con el Gobierno es válido lesionar el interés del Estado y de la nación si eso contribuye al propósito de lograr su sustitución.
Habría que destacar que las formaciones claramente de derecha son de reciente data en el espectro político nacional, puesto que en Venezuela tradicionalmente la élite política -cristalizada durante un importante período en los partidos Acción Democrática y Copei- tendía a una ubicación hacia el centro, con influencia de posiciones de izquierda democrática y conceptos nacionalistas, aun en plena Guerra Fría. Una visión sin duda heredada de la tradición histórica nacional marcada por los ideales que nutrieron la independencia y por el rol que jugaron los sectores populares en la gesta libertadora y la guerra federal.
Ahora bien, es preciso remarcar que el pensamiento de esas nuevas corrientes, que llevan el sello de un liberalismo económico extremo y de la subordinación geopolítica sin medias tintas, se ha convertido en dominante, una suerte de software que determina de modo automático la forma de ser de la intelectualidad y la dirigencia de todo el espectro que hoy conforma la oposición, en acentuado contraste, por ejemplo, con parte importante de la ética y valores de la élite conocida como Generación del 28.
La soledad de Timoteo Zambrano en el caso de Mercosur, a pesar de lo moderado de su pronunciamiento, es un reflejo de la perturbadora debilidad de las ideas progresistas en el seno de la oposición, hecho que trasciende la simple lógica de la polarización y obstruye un fluido juego político en el país.
Leopoldo Puchi