La paz a nivel individual y social es el Estado ideal que puede tener o aspirar un ser humano, o una sociedad, puesto que así se alcanza una situación de total armonía y equilibrio entre el corazón y la mente del individuo
Utilizaremos la palabra más usada por el oficialismo, no por ser de nuestro agrado, porque su definición es muy dura:
“La guerra es la forma de conflicto socio-político más grave entre dos o más grupos humanos. Es quizá la más antigua de las relaciones internacionales y ya en el comienzo de las civilizaciones se constata el enfrentamiento organizado de grupos humanos armados con el propósito de controlar recursos naturales o humanos (conflictos entre cazadores nómadas y recolectores sedentarios), exigir un desarme o imponer algún tipo de tributo, ideología o religión, sometiendo, despojando y, en su caso, destruyendo al enemigo. Es más, este tipo de conducta gregaria es extensible a la mayor parte de los seres humanos y se encuentra estrechamente relacionado con el concepto etológico de territorialidad”.
La diferencia de nuestra última guerra encajará en el concepto de la paz que ilustraremos de la siguiente forma: “la paz a nivel individual y social es el Estado ideal que puede tener o aspirar un ser humano, o una sociedad, puesto que así se alcanza una situación de total armonía y equilibrio entre el corazón y la mente del individuo; es pues una ausencia de conflictos y luchas”.
Sin embargo, el actual régimen ha buscado, desde su proterva llegada al poder hasta nuestro días, enfrentar y poner en pie de lucha a los venezolanos, logrando esa división clara, son ellos o nosotros, para lo cual han utilizado la represión, el enfrentamiento, la descalificación de la oposición, el hambre, la miseria, las dádivas, hechos de corrupción a todos los niveles, la compra de conciencia de algunos pueblos del mundo, principalmente a los chulos de América como lo son Cuba, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, las islas caribeñas, etc., ya que, regalando nuestro petróleo y riquezas, le ofrecían su apoyo y sus votos en organismos internacionales.
Vistas las cosas con la realidad y la claridad que hoy ponemos en el juicio de los venezolanos y ya que hay dos bandos, uno, el régimen, con muy poco pueblo, pero con todos los poderes del Estado a su disposición, a excepción de la Asamblea Nacional, y que ha hecho en estos 17 años lo que le ha dado la gana sin respetar la Constitución ni las leyes vigentes. Pero con la oposición con un respaldo del 80 % de los venezolanos, podemos proclamar la última guerra, una que se llama Referendo Revocatorio, la cual debemos ganar en forma absoluta y revocar a Maduro para reconquistar la patria, ya que ese será la única vía de volver a la estabilidad democrática y poder ocupar el sitial de dignidad que siempre tuvimos en el mundo y no permitir que los actuales gobernantes sigan despedazando a nuestra amada patria.
Ya no se trata de cambiar un régimen por un gobierno democrático, como lo hacíamos cada cinco años, se trata de reconquistar las victorias y los reconocimientos que nos dejaron de herencia nuestros amados padres de la patria, de volver a llevar la frente muy en alto y no sentirnos señalados, como lo hemos sentido en el extranjero, donde nos dicen que nuestro país está lleno de corruptos, de delincuentes, de prostitutas, como lo dio a entender la gobernadora de Curazao recientemente en unas declaraciones y jamás volver a oír a un mandatario nuestro decir ese … es un coño de madre. O escuchar a nuestros hijos y familiares que se han ido de Venezuela decir: “no volvemos más a Venezuela a pesar que la queremos, ya que lo que queremos es vivir y tener oportunidad de progresar y allá no las hay.
Compatriota, en tus manos está, o lo revocamos o nos jodemos, conquistemos el 20 % contra todas las trampas que nos hagan y luego revoquemos a Maduro. Si no lo hacemos, después no nos quejemos por el desastre que vivimos