No más déspotas, corruptos ni difamadores

La revolución bolivariana no puede permitir jamás la entrada de un corrupto, un bruto, un cobarde, un chismoso, un resentido, un difamador o un ineficiente (o todas estas características a la vez), atropellando al pueblo desde cualquier cargo de elección popular o responsabilidad designada en el Estado

Involucrar al pueblo en la lucha contra la corrupción y socializar la denuncia es la única forma de meter preso a todo aquel que, vistiendo hipócritamente una camisa roja de revolucionario, se encuentre cometiendo actos de corrupción, abuso de poder, chisme, difamación, o ineficiencia grave en perjuicio de la Administración Pública y del proceso revolucionario.

Ver video: Luis José Marcano entrevista a Jesús Silva en Venezolana de Televisión (VTV): http://youtu.be/lylundFxJUw.

La revolución bolivariana (que se propone construir una sociedad mejor) no puede permitir jamás la entrada (mucho menos la permanencia) de un corrupto, un bruto, un cobarde, un chismoso, un resentido, un difamador o un ineficiente (o todas estas características a la vez) atropellando al pueblo desde cualquier cargo de elección popular o responsabilidad designada en el Estado.

Para que eso nunca suceda (y si sucede, se corrija rápidamente), todo el que aspire servir al pueblo con propósitos honestos, debe ser sometido a un examen multidisciplinario para verificar si cumple con tres credenciales elementales de solvencia.

Primero, solvencia ética y moral, que implica el desempeño intachable como sujeto de la vida pública y privada, así como una conducta ejemplar que merezca el respeto de la mayoría de la comunidad a través del tiempo.

Segundo, solvencia técnica y científica, lo que significa incuestionables pruebas de aptitud, capacidad y formación en el área donde corresponda trabajar; es decir, la debida combinación de la destreza teórica y la pericia práctica que acreditan la idoneidad del cuadro revolucionario para una determinada tarea, sin que tales conocimientos o aptitudes provengan exclusivamente de la academia formal o una extensa experiencia, sino del verificado equilibrio entre el saber y el hacer.

En tercer lugar está la solvencia política, singular virtud de quienes han mantenido una trayectoria de irrenunciable combate por el pueblo y hoy luchan sin ambigüedades por la unidad de la izquierda y la construcción del socialismo.

En definitiva, será el predominio de estas tres credenciales lo que garantizará que las mejores mujeres y hombres presten servicio al pueblo y contribuyan a hacer realidad la Patria Socialista por la que Hugo Chávez luchó.
Al pueblo no lo intimida ni lo veta nadie.

Jesús Silva R.
aporrea.org

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