El 12 de octubre pasó a ser un día no para celebrar sino para denunciar y no olvidar uno de los acontecimientos más nefastos en el decurso de la humanidad
En Venezuela, por decreto del presidente Hugo Chávez, desde el 2002, el 12 de octubre dejó de ser el Día de la Raza, establecido así por Juan Vicente Gómez, para pasar a ser el Día de la Resistencia Indígena. Como sabemos, originalmente en la cuarta república, en esa fecha se conmemoraba el “descubrimiento” de América por parte de Cristóbal Colón, con lo que se pretendía ocultar el más grande genocidio y etnocidio en la historia de la humanidad: se acabó con la vida de más de noventa millones de personas y se desaparecieron civilizaciones enteras.
Ahora, en esta nueva etapa republicana, cada 12 de octubre, pasó a ser un día no para celebrar sino para denunciar y no olvidar uno de los acontecimientos más nefastos en el decurso de la humanidad; en él se realiza un homenaje a la resistencia indígena, reivindicando a los pueblos autóctonos.
Dos concepciones
En este próximo 12 de octubre, al fragor de la lucha política que caracteriza la vida nacional, de alguna manera se harán presentes las dos concepciones que revisten esta fecha: por un lado, los sectores opositores congregados en la MUD, que siempre han visto con reticencia el nuevo enfoque oficial que se le ha dado al 12 de octubre, se plantean llevar a cabo un ejercicio de preparación de las jornadas de recolección de las firmas del 20 % del universo electoral del país, previstas para el 26, 27 y 28 de octubre, entre las 8 am y las 4 pmm según el cronograma del CNE, necesarias, de acuerdo a sus propósitos, para la activación del Referéndum Revocatorio al presidente Nicolás Maduro, evidentemente dentro del sesgo insurreccional que algunos actores han pretendido imprimirle a este dispositivo constitucional.
Y, por otro lado, los sectores bolivarianos que conciben al 12 de octubre como una fecha para reafirmar la resistencia y la dignidad indígenas y que para tal efecto han programado una serie de actos, entre ellos, la realización de una gran marcha nacional en la ciudad de Caracas, en la cual los hermanos indígenas reivindicarán los logros alcanzados como pueblos autóctonos con la revolución bolivariana y que siempre le fueron negados en los más de quinientos años de dominación.
Son los mismos
Es emblemático que quienes promueven el Referéndum Revocatorio y desarrollan una oposición feroz al proceso bolivariano, sean los mismos sectores políticos, económicos, culturales, religiosos y académicos que, históricamente, se han opuesto a relievar el papel que les corresponde a los indígenas venezolanos y, por extensión, a todas las etnias indígenas nuestroamericanas, en el conjunto social y, por tanto, sean los mismos que de manera contumaz han rechazado y combatido la resistencia indígena; personifican a quienes liquidaron a Guaicaipuro, Paramaconi, Apacuana y a tantos líderes y lideresas indígenas que, como expresión de sus pueblos en inquebrantable lucha, ofrendaron sus vidas en aras de la libertad y de la autoctonía.
Pues bien, estos sectores, claramente identificados, contando, cuando no, con el apoyo, asesoría y financiamiento del imperialismo estadounidense, se han propuesto realizar, el próximo 12 de octubre, a manera de ensayo general, un desplazamiento hacia los 1.356 centros de recolección, fijados por el CNE, de manifestación de voluntad a favor del Referéndum, de tal forma que el último de los tres días señalados, es decir, el 28 de octubre, en la tarde-noche, implementar una movilización nacional para exigirle al ente rector un pronunciamiento acerca de la fecha en la que debe realizarse el pretendido referéndum.
Firma y calle
Según han alardeado no van a aceptar ningún tipo de excusas técnicas, sino que van a proceder de acuerdo a la consigna “firma y calle”, pues no van a conformarse con una respuesta distinta que no sea la realización del acto referendario en el año 2016.
Así, simplemente, a troche y moche; siguiendo por supuesto, las indicaciones de sus managers gringos, que en la voz del subsecretario adjunto de Estado de EE.UU. para Latinoamérica, Francisco Palmieri, ya les exhortó con su “consideramos muy alentador que la MUD esté comprometida a seguir (convocando) protestas pacíficas, porque así es como las sociedades deberían afrontar el tipo de problemas que estamos viendo”. Si, “protestas pacíficas”, como las alentadas por los propios gringos e impulsadas por Leopoldo López y congéneres en La Salida del 2014 (43 muertos y más de 800 heridos) o como las del 1º y 6 de septiembre recientes, que si no tuvieron mayores consecuencias, fue por la eficaz acción de los cuerpos de seguridad del Estado.
Según esta pretensión de los “guapos y apoyaos” de la MUD, el CNE, el chavismo y el pueblo venezolano en general tienen que hacer abstracción del fraude que intentaron perpetrar en la primera fase de instrumentación de su aspiración referendaria: “más de 600.000 firmas recabadas por la MUD presentaban irregularidades, entre ellas la inclusión de más de 10.000 personas fallecidas, 9.333 números de cédula inexistentes; más de 3.000 cédulas de ciudadanos menores de edad y 1.335 inhabilitados políticamente”; estas son parte de las excusas que exigen se pasen por alto y que además tienen consecuencias jurisdiccionales, pues hay más de 8 mil demandas introducidas en tribunales del país a las que los órganos competentes deben dar respuesta oportuna.
Pues sí, el CNE tiene su cronograma y se rige por una reglamentación que data del 2007, que norma la organización de los referéndums revocatorios y que, en su oportunidad, aprobó la representación opositora ante la instancia electoral, de manera que mal puede el CNE someterse a los caprichos de una oposición que, si algo ha demostrado, durante este año en el que ejerce el control de la Asamblea Nacional, es su evidente y reiterada incapacidad para desarrollar una acción política coherente acorde con la legitimidad constitucional del país. Todo presagia que el ensayo del 12 de octubre no es más que el adelanto de una nueva derrota política de la mentada MUD.