El 18 de mayo de 2016 marcó para siempre la vida de Glory Tovar. Ese día, a las 10:00 am, todo parecía normal en su hogar. A esa hora su hijo mayor desayunaba en la sala y de repente vio a un hombre que se asomó a una ventana y advirtió: “Mami, es la policía”. La mujer se asomó a la ventana de la cocina y dijo: “Buenos días, dígame”, y el policía contestó: “Por favor, abra la puerta”.
Al permitir el acceso llegaron más miembros del Cicpc que gritaron: “Mujeres y niños para afuera”. “Nos empujaron. Nos sacaron a todos”, cuenta Tovar al recordar esa ocasión. Uno de sus nietos, de 9 años de edad, que se bañaba, fue sacado desnudo y apuntado con una pistola. Cuando preguntó el motivo por el que los sacaron de la casa, un funcionario indicó que ese era un operativo. En ese momento Tovar pensó en que los funcionarios radiarían los nombres y cédulas de identidad de los jóvenes y después los dejarían tranquilos, pero se equivocó.
Al barrio Los Lanos de San Bernardino había llegado una comisión de la División de Vehículos del Cicpc y sin dar explicaciones los policías dejaron en la casa a dos hijos y a dos sobrinos de Glory Tovar.
Los policías que estaban en la calle se dedicaron a alejar cada vez más a Tovar y a su familia. Ella lloró y gritó cuando oyó los primeros disparos. “Pedí que me dejaran pasar, porque estaban matando a mis hijos”, contó, pero nadie le hizo caso.
Luego, en un vehículo placas A36BY46, se llevaron envueltos en sábanas a Darwin Gabriel Rojas Tovar, de 28 años de edad, y a Carlos Jampier Castro Tovar, de 19 años, hijos de Tovar, además de a sus sobrinos Roswil Ernesto Belisario Tovar, de 26 años; y Yihandri Antonio Trujillo Núñez, de 20 años. Los llevaron muertos al hospital Vargas.
En la casa hubo destrozos. A tres los mataron en habitaciones diferentes y a otro en la sala.