Su liderazgo cada día luce fragmentado y desfasado en su loca carrera por retomar el poder político
El domingo pasado, el periodista y analista José Vicente Rangel, en su muy visto programa «José Vicente Hoy», entrevistó al diputado Elías Jaua Milano y utilizó esa lapidaria frase que en mi mente aún retumba no solo por ser una gran verdad, sino por la claridad en que define la situación en la que hoy se encuentra la oposición golpista, ya que su liderazgo cada día luce fragmentado y desfasado en su loca carrera por retomar el poder político y así congraciarse con su máximo jefe político Barack Obama, quien próximamente dejará la presidencia de los Estados Unidos sin haber logrado este objetivo tan importante: devolverle al imperio las mayores reservas petroleras del mundo.
Como dice la canción: «la historia vuelve a repetirse». Viejos formatos, pero remozados, que están escritos en los manuales de la CIA, y que en contra de América Latina han utilizado y pudiéramos decir en el caso de nuestra patria. Hasta el índice de estos han aplicado: golpe de Estado, cerco financiero, guerra económica, guerra de tercera y cuarta generación, golpes constitucionales (impeachment), entre otros; para aislar internacionalmente a nuestro país, condición necesaria para una eventual invasión bajo la farsa de «corredor humanitario» y así «restablecer la democracia». ¿Qué tanto es posible esto? Es evidente la respuesta. En casos recientes: Libia e Irak a miles de kilómetros de los Estados Unidos y Venezuela tan cerca y geoestratégicamente bien ubicada, rodeada de bases militares que desde Puerto Rico hasta Argentina suman un aproximado de setenta y dos (72).
A todas estas, ¿qué tiene Venezuela para que, a pesar de la alta presión ejercida, no haya claudicado y se mantenga firme e incólume?
Tenemos una reserva moral heredada de nuestros Libertadores, tenemos un legado, el chavismo, que ha roto paradigmas en la historia mundial, tenemos una Fuerza Armada cohesionada y comprometida y tenemos un pueblo consciente del poder político conquistado, que se traduce en tres grandes aspectos como lo son: la moral, la conciencia y la mentalidad de poder que constituyen lo que allá por el año 1966, el gran luchador revolucionario Fabricio Ojeda definió como la fuerza del pueblo, necesaria para la consolidación de un proyecto revolucionario autentico, infalible y de largo aliento.
Hoy, finalizando este mes de octubre victorioso, podemos decir que hemos sido testigos de excepción de un nuevo aborto de la derecha recalcitrante y golpista, cuyos parteros seguro intentarán revivir en su afán por torcernos el brazo y dar al traste con todo lo conquistado en esta revolución bolivariana y chavista.
Lokman González Aponte
aporrea.org