Seguramente nunca habríamos logrado entender el pensamiento de los imperialistas si no nos hubiéramos sentado a hablar con ellos; en efecto para los marxistas no se puede estudiar lo que no se conoce
El encuentro del alto funcionario estadounidense Thomas Shannon con el presidente venezolano puede marcar el inicio de una nueva etapa de la diplomacia entre los dos países.
Usualmente, los imperios son más exitosos manejando su política interior que la exterior con otros países. Interactuando a menudo con políticos, académicos y periodistas de grandes potencias capitalistas como Estados Unidos, Inglaterra, entre otros, he notado que defienden a sus gobiernos creyendo que están actuando bien y pensando que más bien somos los antiimperialistas del mundo quienes estamos actuando mal porque, según ellos, coqueteamos con un comunismo ortodoxo, antidemocrático y autoritario.
Seguramente nunca habríamos logrado entender el pensamiento de los imperialistas si no nos hubiéramos sentado a hablar con ellos; en efecto para los marxistas no se puede estudiar lo que no se conoce. Y no se puede conocer algo sin entrar en contacto con quienes son opuestos a nuestras ideas o verdades. Nada existe sin su opuesto. Por ello, para entender el día, hay que experimentar la noche. Para hacer el bien, hay que identificar el mal. Eso es la aplicación del materialismo dialéctico como método para conocer la realidad y transformarla, no caben dogmas. Nuestra cosmovisión nos permite estar del lado correcto de la historia. Con los proletarios del mundo.
Entonces, hemos asimilado que el problema de los imperios no es que ellos deseen ser siempre malvados, sino que a veces son ciegos. En el caso de EE.UU. (país cuya política, cultura e idioma conocemos desde la infancia) es un problema frecuente que (creyendo promover la democracia internacionalmente) sus voceros no diferencien entre personas que son promotoras de la libertad y los vulgares “money hungry”, o sea, mercenarios derechistas que simplemente andan hambrientos por billetes verdes.
Mientras los promotores de libertad son intelectuales democráticos (que existen tanto en la derecha como en la izquierda) generando aportes constructivos a la sociedad, verbigracia la tolerancia, la paz, el trabajo, el progreso colectivo, la industrialización nacional; desgraciadamente también existen los money hungry que son payasos egocéntricos dentro de partidos y ONG sifrinas de maletín que no tienen “punch” o pegada en la opinión pública.
He visto cientos de money hungry viajando por el mundo gracias a muchos “gifts” o regalos. Los imperios malgastan ingentes recursos en estos personajillos. En Venezuela, desde 1998, su triste tarea ha sido difundir mentiras contra la patria donde nacieron, hacen ruido en foros internacionales, pero en su tierra no ganan ni siquiera las elecciones de un condominio. Ese imperio en América del Norte, que llevó al primer hombre a la luna y le ha dado valiosos aportes a la humanidad con hombres insignes como George Washington, Martin Luther King Jr., Muhammad Ali, a veces pierde la brújula en sus propios discursos y se aísla de la realidad. Por ejemplo, confunde promoción de los derechos humanos con solidaridad hacia falsos dirigentes que más bien violan esos derechos.
Es así como, invocando razones humanitarias, los imperios abrigan a ciertos individuos autoproclamados presos políticos que más bien son ladrones y asesinos huyendo de la justicia de su país natal. Ese imperio del norte puede ser “very naive”, es decir, muy ingenuo o pretende serlo, porque en Venezuela ha tenido fe ciega en encuestadores mediocres que mil veces anunciaron que Hugo Chávez sería derrotado electoralmente. Al final, esos teatreros erraron pero no por ello dejaron de cobrar.
Una verdadera lucha por la democracia y el crecimiento económico conduciría a Washington a establecer acercamientos con otros sectores de la sociedad venezolana, siempre en estrictos términos de legalidad internacional y la no intromisión en asuntos internos venezolanos. Para eso existe la ciencia de la diplomacia, las cancillerías, las relaciones internacionales y el derecho internacional, a fin de buscar acercamientos lícitos con grupos sociales que pueden darle al diplomático o estudioso del internacionalismo una visión más completa, realista y amplia de la realidad social, cultural, económica y política del país.
Nuestra recomendación constructiva a los políticos extranjeros, sobre todo de países ricos capitalistas, es: visitar barrios, entrevistar comunas, leer prensa alternativa. Tarde o temprano se darán cuenta de que la oligarquía lechuguina les narró por 15 años un país que no existía y es tiempo de cambiar de amigos. El imperio cree respaldar valores democráticos como la “freedom of speech” o sea la libertad de expresión, pero no nota que abundan medios de comunicación mentirosos que se comportan como partidos políticos. Finalmente brinda “fellowship” o compañerismo al empresariado nacional, ignorando que en Venezuela el capitalista no produce nada y solo anda cazando los petrodólares del Estado para especular.
A EE.UU. le falta entender que, casándose con la derecha venezolana, su experiencia política será siempre de fracaso, desilusión y estafa política. Si Estados Unidos mirara a la izquierda de Venezuela (como lo hizo en Cuba), y ya no tanto a la derecha, tal vez lograría hacer un papel realmente constructivo en su pretendida misión de promover la democracia y los derechos humanos en cada país. Conseguiría alejarse de desviaciones como la injerencia, el golpismo y el sabotaje criminal a la economía de naciones soberanas e independientes.
En este contexto, sostuvimos un interesante intercambio de ideas con un reconocido periodista internacional respecto al desempeño de los medios de comunicación en Venezuela y América Latina, a fin de combatir la desinformación generada por los medios de EEUU y sus aliados. He aquí el video: https://www.youtube.com/watch?v=yPWk_o_HcCQ.
ÓPTIMA MARXISTA Jesús Silva R. / http://jesusmanuelsilva.blogspot.com