Casi 700 representantes de diversos sectores y organizaciones de la sociedad civil venezolana, coincidieron en suscribir un documento, denominado «Una propuesta ciudadana», que constituye toda una rareza en el actual clima político y social venezolano
¿En qué pueden estar de acuerdo Laureano Márquez, el humorista y politólogo, y Leonardo Padrón, el poeta y escritor, con Evelyn Martínez, lideresa del barrio El Carmen, y Luis Mayorga, activista del barrio El Cardón? ¿En qué confluyeron recientemente el sacerdote jesuita Luis Ugalde y la rectora de la UCV Cecilia García Arocha con Marlene Mora y José Quintero, de la Asociación Civil Pro-Catia? Todos ellos, junto a otros casi 700 representantes más de diversos sectores y organizaciones de la sociedad civil venezolana, coincidieron en suscribir un documento, denominado «Una propuesta ciudadana», que constituye toda una rareza en el actual clima político y social venezolano.
Ese documento es de un tono inusual porque critica, si, pero también propone; apoya, por supuesto, pero también exige. El documento respalda a la Mesa de la Unidad Democrática como instrumento del pueblo venezolano para la lucha política por la democracia y la libertad, pero al mismo tiempo le reclama a la MUD mayor coherencia y responsabilidad. El documento de la sociedad civil apoya a la Mesa de Diálogo Nacional como espacio de lucha, pero al mismo tiempo exige que ofrezca resultados y plantea un camino de lucha para lograrlo. A continuación transcribimos los párrafos fundamentales de ese texto que, para el momento en que usted lee estas líneas, ya ha recibido el respaldo de muchísimas otras organizaciones e individualidades de la sociedad civil venezolana:
Una propuesta ciudadana
Cambio de modelo y de gobierno
El cambio de gobierno y del actual modelo económico y político de dominación y exclusión es urgente. Los venezolanos, sin distinción entre opositores y partidarios del gobierno, no merecemos seguir sufriendo. Si el gobierno de Maduro y su modelo continúan, estaremos condenados a convertirnos dentro de poco en la nación más pobre de América Latina, y en uno de los últimos reductos de las dictaduras militaristas del planeta. Cambiar de gobierno es hoy una necesidad impostergable, y es una condición necesaria para atender las necesidades de la gente que hoy no tiene acceso a los alimentos y medicinas, que vive en la angustia permanente de la violencia y la inseguridad, que no ve oportunidades para los jóvenes y los trabajadores, que no les alcanza su salario para mantener a sus familias y progresar, y que le han cerrado sus posibilidades de expresarse y elegir. Este es un grito que retumba en todas las calles y rincones de nuestras ciudades, pueblos, barriadas y caseríos.
Para cambiar la presente situación solo existen dos caminos, el de la política y el de la violencia.
La violencia es excluyente y se reduce a destruir. Y detrás de ella solo hay dolor, al que luego sigue una inmensa y generalizada frustración, ya que la violencia no resuelve ninguno de los problemas que pretende remediar, pero sí agrava los que existen. Es injusto que el destino de un pueblo sufriente sea más dolor y daño. Venezuela no puede estar condenada a ello.
El camino de la política, por el contrario, es complejo, porque supone construir. Y en el campo de la política existe un amplio rango de herramientas de lucha cívica: organización popular, presión internacional, movilizaciones, protestas, diálogo con el adversario, trabajo electoral, huelgas, negociaciones, docencia social e incorporación de la ciudadanía, por nombrar solo las más importantes. Todas ellas son complementarias e incluyentes, y ninguna puede ser dejada de lado. Hacerlo puede significar el debilitamiento y eventual fracaso de la opción política y, en consecuencia, correr el inmenso riesgo que en su lugar irrumpa la opción violenta.
La lucha por superar la actual crisis, para lo cual el cambio de gobierno y de modelo es condición imprescindible, debe aprovechar todos los instrumentos de la política. Debe entonces, en consecuencia, combinar la necesaria presión popular y la organización de la ciudadanía, con una estrategia agresiva, consensuada e inteligente en la mesa de diálogo. Estos instrumentos no son excluyentes, sino por el contrario, complementarios.
Haber obligado al gobierno a sentarse a dialogar es un triunfo innegable del pueblo democrático. Nuestra intención es reforzar la alternativa del diálogo. Es necesario afrontar esta complicada y desigual fase de la batalla política, luego del cierre de las salidas electorales, acompañados de un testigo de excepción y de ascendencia insuperable, como es el Vaticano, con gran confianza en la fuerza de la ciudadanía organizada y activada.
Claves del proceso de diálogo
El trabajo político en la mesa de diálogo presidida por la Santa Sede es difícil. La negociación será siempre asimétrica, porque el poder institucional y de fuerza está en manos de la contraparte oficialista. Para que el país democrático alcance logros y resultados concretos, hacen falta en principio unidad de criterio y de acción.
La unidad política es ahora más necesaria e imprescindible que nunca. La unidad política es unidad social, es concordia, pero es, sobre todo, unidad de objetivos y trasparencia en las decisiones. No solo unidad de nuestro liderazgo democrático, sino de todos los venezolanos descontentos. Unidad en la movilización, en la perseverancia y en la estrategia, que implica entre otras cosas enfrentar a la oligarquía gobernante con todas las herramientas de la política. Se requiere un trabajo unitario para maximizar y darle direccionalidad a la inmensa legión de los venezolanos ansiosos de cambio, sin lo cual no pasaremos de ser una mayoría numérica, pero políticamente desagregada y desorganizada.
La creatividad y la inteligencia, por el otro lado, son esenciales. Para todos es evidente que el gobierno quiere a la mesa de diálogo solo para ganar tiempo y “enfriar” la presión popular, pero nunca para tomarla en serio. Nuestro reto es que esa mesa se asuma como algo serio. Ello pasa, a nuestro juicio, por 4 condiciones:
-Asumir un compromiso de apoyo al diálogo como proceso de negociación política, con etapas, pasos, tiempos, consolidación de hitos y logros, identificación de alternativas, evaluación de resultados, y con el Vaticano como mediador confiable. Es un proceso donde se pone en tensión las fortalezas, en la mesa y fuera de ella, para alcanzar logros tempranos y resultados totales o parciales razonables.
-Exigir compromisos significativos y suficientes garantías de cumplimiento de logros, que aseguren el respeto a los poderes electos y al voto popular, como primer paso para propender a un cambio de gobierno en el menor tiempo posible, y evitando así que se generen nuevas y mayores frustraciones en un pueblo cansado de tanta burla e indolencia gubernamental.
-Atender con especial énfasis el tema de la clara, precisa y oportuna información y comunicación a los venezolanos y al mundo, asegurando la coherencia en el discurso y, de ser posible, la unificación del mismo, con una eficaz gestión de medios, convencionales y electrónicos .
-Diseñar y conformar una plataforma de conexión orgánica o de vasos comunicantes entre la MUD, por una parte, como participante directa en la mesa de diálogo, y los actores, organizaciones y movimientos sociales, por la otra, que son los participantes indirectos en esa instancia.
Al tiempo que se desarrollan estas actividades, directamente relacionadas con la Mesa de Diálogo, es conveniente que las organizaciones políticas y sociales consideren y adelanten un conjunto de acciones populares que conformen un ambiente favorable para lograr los mejores resultados, como por ejemplo:
-Presentar a los venezolanos una propuesta clara que invite a reconstruir el país, sobre la base del compromiso de conformar un Gobierno de Unidad Nacional con todos los sectores, amplio e incluyente, que haga énfasis primordial en la atención inmediata a la grave situación social y económica de nuestros compatriotas, y que incluya una propuesta de lineamientos principales del próximo gobierno.
-Promover la declaratoria de amplios y diversos sectores y organizaciones no partidistas a favor del cumplimiento de la Constitución, y exigir el respeto a su legítimo derecho constitucional a protestar y realizar movilizaciones en respuesta a las políticas equivocadas del gobierno.
-Convertir la mesa de diálogo en herramienta política para la organización popular, para impulsar la docencia social y la protesta ciudadana. Una forma de hacerlo es debatiendo y discutiendo en asambleas ciudadanas los detalles del proceso, recoger impresiones y recabar cuestionamientos y sugerencias.
-Impulsar un movimiento amplio de defensa de la Constitución y la democracia, para ampliar y maximizar las voluntades en favor del cambio político democrático.
«Si el gobierno de Maduro y su modelo continúan, estaremos condenados a convertirnos dentro de poco en la nación más pobre de América Latina, y en uno de los últimos reductos de las dictaduras militaristas del planeta…»
Jesus Chuo Torrealba