Lo que quiere la gente

La idea de dialogar y buscar consensos, en lugar de confrontar y generar vencedores y vencidos, es objeto de creciente y alentadora aceptación

El conflicto es tan antiguo como los problemas entre los seres humanos, aunque tal vez en épocas remotas no se concebía como hoy en día. Desde que nos congregamos en sociedad, hemos buscado como resolver las situaciones que ponen en riesgo la paz social. La idea de dialogar y buscar consensos en vez de confrontar y generar vencedores y vencidos es objeto de creciente y alentadora aceptación.

En diversos lugares del planeta, se observa un interesante número de iniciativas de diálogo y concertación que son positivas. Para quienes creemos que es la mejor alternativa para la resolución de conflictos. Esta tendencia es saludable y satisfactoria, especialmente  cuando en muchos países vemos a diario las terribles consecuencias de la agresión y la búsqueda de desenlaces por caminos violentos.

Sobre el diálogo y la concertación en los conflictos políticos, una importante línea de pensamiento en este contexto nació en la década posterior a 1960 con el trabajo de John Burton, diplomático australiano a quien la Organización de  Naciones Unidas encomendó una intervención como tercera parte en el conflicto greco-chipriotas y turco-chipriotas.

Burton propuso un enfoque metodológico que llamó “comunicación controlada”, término desafortunado que fue rápidamente desechado por los eruditos de la libertad de expresión, por camaleones  y aparecidos de oficio y por los que veían peligrar sus negocios en el control de las urnas electorales y en los poderes del Estado.

Sobre las bases conceptuales de esta teoría del diálogo se lograron mejoras en los conflictos en Chipre, África, Irlanda del Norte y lo pusieron en práctica, a partir de 1968, en los conflictos Árabe-Israelí e israelí-palestino.

España es otra referencia histórica de cómo el diálogo y la concertación en una sociedad en crisis permiten rescatar la paz y la convivencia. En Sudáfrica, el arzobispo anglicano y premio Nóbel, 1984, Desmond Tutu, se convirtió en el protagonista de un largo, paciente y exitoso proceso de negociación que permitió erradicar de ese país la lacra del apartheid.

El Acuerdo de Paz de Chapultepec, firmado entre el gobierno de El Salvador y el Frente Farabundo Martí. En Chile, el diálogo y los acuerdos políticos permitieron acabar con la dictadura del general Pinochet.

Lo inadmisible es que en una situación de crisis política derivada del irrespeto a las leyes y el desconocimiento de las instituciones legitimas, los dialogantes no interpreten el sentimiento popular, tal como se hizo en las  guerras mundiales donde las potencias se adueñaron de los pueblos más débiles y corrió la sangre como río caudaloso porque lo que se aprobaba tras bastidores no era lo que conocía y anhelaba la gente.

Noel Álvarez
@alvareznv

Salir de la versión móvil