Se pasa la tarjeta por un punto de venta, debitan el monto en tu cuenta, pero en el negocio no se completa la operación y te quedas sin la compra y sin la plata
El Banco del Tesoro me viene sacando la piedra desde hace tiempo, pero no había querido pronunciarme porque nuestra revolución tiene ya demasiados problemas y decidí guardarme la piedra y hacerme el suizo. Pero es que ya se me agotó la paciencia, ante tanta ineficiencia y tanta piratería. Desde hace rato todos los desafortunados clientes de ese despropósito que aparentemente actúa sin ningún tipo de control, en nombre de nuestro Gobierno, sufrimos sus complicadas oficinas, sus largos y complicados trámites, su complejo universo de adversidades. Ni qué decir de las extensas colas en sus escasos cajeros, que funcionan a medias. Ni de su página web, pesada y estresante. Ahora, para colmo de males, comenzamos a sufrir extrañas travesuras con nuestros reales. A mí no me ha ido tan mal, pues ayer me tumbaron apenas mil doscientos bolos en una modalidad que es como un indeseado regalo de fin de año: se pasa la tarjeta por un punto de venta, debitan el monto en tu cuenta, pero en el negocio no se completa la operación y te quedas sin la compra y sin la plata. Cuando vas al estado de cuenta, aparecen tus realitos debitados, o sea ubicados en sabe Dios qué limbo (¿o mesa de dinero?). Claro, tú puedes ir a la tortura de una agencia del banco a hacer el reclamo. Algunos han tenido suerte y se los devuelven en un par de días, pero a una compañera mía de trabajo le tumbaron treinta mil morlacos y se lo devolvieron después de un mes. ¿Qué pasaría en el ínterin? Vaya usted a saber, porque no espere nadie que los burócratas del banco le expliquen nada.
Aclaro que no estoy pidiendo que el banco cambie su estilacho detestable. Eso ya es problema de alguien que no soy yo. ¿Sudebán, acaso? ¡Qué esperanza! Qué sé yo si el jefe de esa pésima gestión es alguien apadrinado, figura que lamentablemente sigue existiendo en nuestra revolución. Pero no voy a echarle a ella ni a mi querido Presidente la culpa de esto. No se puede esperar que el burocratismo y la ineficiencia se acaben de un día para otro, solo hay que seguir denunciando y luchando, en defensa de nuestros derechos y, en este caso, de nuestros honestos churupos, fruto de nuestro trabajo. Lo único que le pido al Banco del Tesoro es que deje de utilizar nuestra revolución en su propaganda engañosa. Ella es demasiado hermosa para ser vinculada a vainas tan feas. En el título tienen una opción de slogan más apropiada. Si no les gusta, pues piensen en otra, pero a mi revolución me la dejan quieta, por favor.
Néstor Francia
aporrea.org