¿El primer mandatario podrá, solo o rodeado del cuerpo de altos funcionarios, disponer del clima o ambiente de confianza y tiempo con el cual hacer frente a tantas y diversas exigencias?
Es abundante el cuerpo de atribuciones que establece la Constitución en cabeza del jefe de Estado y de Gobierno, el Presidente de la República. También el conjunto numeroso de leyes de asuntos públicos le asignan otro extenso campo de competencias que él debe conocer o ejecutar. Por eso la pregunta de esta reflexión nos coloca en la disyuntiva de si el presidente puede, solo o rodeado del cuerpo de altos funcionarios de los organismos, disponer del clima o ambiente de confianza y tiempo con el cual hacer frente a tantas y diversas exigencias.
Paralelo a lo expuesto, que es lo institucional, está la condición de líder político en el día a día del área partidista que lo condujo al gobierno en un proceso electoral.
Nos llama la atención y el asunto sería de la envergadura de los especialistas en administración pública, si ese señor cargado de ocupaciones de las más disímiles, también puede ser el factor de impulso cotidiano de la fuerza partidista, política, que lo respalda. ¿Puede o debe estar en todas las actividades de la organización? ¿Cómo distribuye su tiempo, si cada día ha de recibir una multitud a las puertas de su despacho? A su vez, el discurso no podría ser de unos minutos, sino de unas dos horas por lo menos, por cuanto será transmitido en cadena nacional.
Todavía más: no basta con los discursos diarios de cada semana en fila india. Igual debe intervenir en actos que perfectamente podrían ser atendidos por los ministros: el reparto de unos títulos de asignación de vivienda, o unos créditos a productores o unos morrales a jóvenes deportistas.
El espacio de tiempo del presidente es reducido en comparación a las exigencias tan diversas y delicadas que están bajo su responsabilidad. Los graves y grandes problemas nacionales requieren de una reflexión determinada, continua, con el auxilio de informe, documentos, proyectos y fuentes. Esta situación, a la vista de cualquier ciudadano, y además comprobable con facilidad, ¿no podría ser revisada y superada en el quehacer oficial?
¿Cuánto tiempo dispone en la atención de los asuntos nacionales? Los que ameritan reflexión, análisis, contrastes, ensayos… El necesario a dedicar con los especialistas y cuadros oficiales del equipo de gobierno. ¿Se reúne el presidente con los expertos universitarios y de la academia? ¿Intercambia puntos de vista con ellos? ¿Dispone de una jornada completa en mesas de trabajo con las fuerzas productivas? ¿Escucha sugerencias o recomendaciones? O, sencillamente recibe una lista interminable de peticiones del sector, sin el calor o entusiasmo del vocero. Por último, designa una tal comisión integrada por funcionarios y la representación del área o sector interesada. Por tanto se distancia, sin involucrarse a fondo, de los canales de solución de las exigencias planteadas. Las prioridades partidistas reclaman su atención.
Baltazar Gutiérrez