Es absolutamente mentira que ahora vivimos mejor con esos aumentos del salario mínimo. La prueba está en que ya no se puede ir ni siquiera al cine a ver una película
Salomón Benshimol R.
sbenshimol@yahoo.com
Las fastidiosas cadenas presidenciales llegan a ser la programación televisiva menos escuchada y vista en nuestro país. En esas cadenas solo percibimos cómo se trata de engañar al pueblo y cómo las mentiras salen a flote. Un último ejemplo de lo que hoy señalamos es la aseveración del inquilino de Miraflores, cuando expresa que los aumentos del salario mínimo traerían bienestar económico a las clases desfavorecidas, algo que es totalmente falso, ya que, todo lo contrario, el hambre y la miseria son las únicas ganadoras con estos aumentos, ya que los productos de la dieta básica han aumentado hasta en 800 % de septiembre hasta nuestros días. Igualmente podemos señalar algunos de los aumentos. Y señalaremos varios de ello, como el pollo, la carne, el arroz, los espaguetis, la harina pan, la harina de trigo, la margarina, el azúcar, el pan de trigo, el queso, el tomate, y todas las legumbres, la galletas de soda, los jabones, la crema dental, los desodorantes, los medicamentos, las consultas y exámenes médicos, etc., etc., etc.
Es absolutamente mentira que ahora con esos aumentos del salario mínimo vivimos mejor. La prueba está en que ya no se puede ir ni siquiera al cine a ver una película, ya que entre las entradas y las golosinas se gasta cerca de 10.000 bolívares; y díganme ustedes quién puede ir hoy a comer a un restaurante. Creo que eso solo lo hacen y lo pueden hacer los enchufados al régimen, que sí tienen, no solo los bolívares, si no los dólares, para hacerlo. Lo duro será el Niño Jesús de este año. Serán también los boliburgeses los que puedan asumir los costos y valores de dichos regalos y ni hablar en pensar en comprar los estrenos de fin de año para nuestros hijos y mucho menos para nosotros. Le preguntamos al presidente designado por el Consejo Nacional Electoral: ¿eso es vivir mejor? Vergüenza debe darle a quienes hoy administran a Venezuela, por haber llevado al país a tal grado de depredación y miseria. Hay que recordar la pregunta que hizo ganar las elecciones al presidente Luis Herrera: ¿dónde están los reales?
A todo lo expresado anteriormente se unen hechos insólitos como son los que realizan comerciantes inescrupulosos que se aprovechan de la necesidad del pueblo y realizan aumentos a sus productos cada 15 días. Entre ellos señalaremos a la panadería Crosantina, ubicada en la parroquia Candelaria, entre las esquinas de Cruz a Candilito; al supermercado del Centro Comercial Santa Paula, en la urbanización Santa Paula de El Cafetal, al que se le conoce también como “la joyería”, por los altos precios de sus productos. En ese mismo lugar se encuentra otra panadería que debería ser llamada “la joyería dos”. Asimismo, los negocios de los asiáticos ubicados en las diferentes parroquias de centro de Caracas, al igual que las zapaterías. Imaginamos también que en toda Venezuela, donde se ve como funciona aquello que se conoce como ¿cuánto hay pa’eso? Los abusos que hoy comenten los estacionamientos, que creo, sin la autorización oficial, inventaron el término de “Tarifa única” y cada cual cobra lo que le da la gana y no hay derecho al pataleo. Esa tarifa única ha traído como consecuencia que los cuidadores de carros en las calles exijan, en muchos casos, hasta 100 bolívares como tarifa mínima.
Tendríamos que analizar el caso de los colectivos que viajan al interior del país y que son expresos, por lo que no deberían tomar pasajeros en la vía por medidas de seguridad y además cobran lo que les da la gana; y si reclaman al gerente de algunos de los terminales de esos buses te dicen: el conductor tiene libertad de hacer lo que crea conveniente en el trayecto, ya que él es responsable de su unidad. Citamos concretamente a Expresos Flamingo, pero seguro que no solo serán ellos. ¿Y donde carajo están quienes protegen al pueblo?