El mejor regalo que podemos dar o recibir es el momento de un compartir con los seres más queridos
Buenos días deben ser estos los de la Navidad, que como tradición del convivir nos alienta para seguir compartiendo una sumatoria de momentos en los que se ha caracterizado la presencia de la alegría, muy manifiestos no solo en los grandes, sino muy especialmente en los pequeños de la casa, ya que son ellos los más soñadores para con todo lo posible. Y precisamente, los niños son los que están más pendientes de los sucesos navideños, representados desde un caramelo, algún que otro juguete y las luces, los adornos y los colores que embellecen e iluminan todo.
En esta época, más que en cualquier otro momento, nos tratamos de reunir con nuestra familia y los amigos más íntimos para compartir lo que a bien esté a nuestros alcance. Así siempre ha sido, solo que nos estamos yendo por lo más fácil: comprarlo todo y hasta hecho. Tengamos en cuenta que el mejor regalo que podemos dar o recibir es el momento de un compartir con los seres más queridos. Entonces, la Navidad es época, también, para la reflexión y la alerta para no querer comprar hasta nuestras sonrisas, sabiendo que pueden darse gratis, sin tener que gastar los recursos monetarios requeridos para con otros menesteres prioritarios.
Por qué no mejor reunirse en pequeños grupos, preferiblemente familiares, para escuchar música, bailar y hasta cantar para pasarla bien hasta más no poder. Para comer y beber, juntemos lo imprescindible aportado por cada uno, ojalá, con recetas sorpresas que nos inviten a degustarlas y conversar de las mismas. De seguro, que si lo intentamos, lograremos exaltar nuestro buen humor y el necesario reír que nos conlleva a relajar las tensiones musculares y hasta las mentales para así poder gozar de buena salud y bienestar para con todo y todos.
Recuerden que esta época de la Navidad también es propicia para iniciar los cambios que necesitamos, tanto internos como externos. Renovemos y limpiemos cuanto podamos; pero siempre buscando estar bien, sin necesariamente estar mejor. Lo mejor es mejor obviarlo para no competir con ese otro que es nuestro hermano, el amigo, el vecino; en fin, con aquel que se haga nuestro espejo para mirarnos y sentirnos orgullosos de las diferencias que nos caracterizan y nos hacen ser únicos e irrepetibles, pero no competidores. ¡Vivamos la navidad..! No permitamos que ningún «Grinch» no las robe y arruine, usemos la creatividad y todo vendrá…
Alberto Rodríguez Rojas
aporrea.org