Los más altos niveles de felicidad social alcanzados como pueblo fueron los que logramos en la primera década de este siglo XXI
Así se fue clamando nuestro padre Bolívar: “Mis últimos votos son por la felicidad de la patria”. Y si la patria es el hombre y es una mujer, como cantaba Alí Primera, cuánto han luchado ese venezolano y esa venezolana por nuestra felicidad desde aquel clamor bolivariano.
No obstante, podemos decir sin ninguna intención propagandista, que los más altos niveles de felicidad social alcanzados como pueblo fueron los que logramos en la primera década de este siglo XXI, tomando en cuenta el grado absoluto de independencia política y los máximos niveles de igualdad en la distribución del ingreso nacional, traducidos en la masificación de derechos como la alimentación, educación y salud públicas y gratuitas, acceso a la vivienda y máxima protección social a los adultos mayores, personas con alguna discapacidad, a los niños, niñas y adolescentes, así como a nuestro pueblos indígenas, entre muchos otros.
En esa década ganada para la felicidad de la patria también recuperamos el pleno ejercicio de nuestros derechos políticos a la participación protagónica y con ello nuestra capacidad soberana de ejercer el poder.
Igualmente logramos constituir una visión y una plataforma para nuestro desarrollo económico productivo que nos permitirá lograr la satisfacción de nuestras necesidades humanas y con ello ganar nuestra independencia económica. Cualquiera sería mezquino si no reconoce que estos avances los logramos bajo el liderazgo de un auténtico bolivariano, el comandante Chávez.
Sin embargo, lo avanzado en el camino hacia la felicidad de la patria tiene cuatro años en seria disputa con el intento restaurador del modelo neocolonial y de exclusión político, social, económico y cultural que desplazamos en 1998. La batalla por defender lo logrado está siendo muy dura, pero la damos convencidos de recuperar lo que nos han quitado, pero sobre todo de lograr lo mucho que nos falta por conquistar.
Ayer fue 17 de diciembre de 2016, y desde esta fecha faltan 14 años para el 2030, bicentenario de la muerte del Libertador de nuestra América. Estamos obligados a luchar y trabajar con mucha planificación, mística y pasión patria para llegar a esa fecha con la independencia política y económica que nos permita disfrutar de los bienes materiales y culturales que necesitamos para vivir con justicia y dignidad.
En el 2030 nosotros tendremos que rendir cuentas a Bolívar y yo aspiro que podamos expresar, allá en ese horizonte: padre, no araste en el mar. Para ello debemos consolidar una cultura del reconocimiento de nuestra diversidad como pueblo; de la convivencia pacífica; del trabajo productivo para satisfacer necesidades humanas; del desarrollo científico, tecnológico y educativo como herramientas de liberación; del orgullo de ser venezolanas y venezolanas; y de la participación política protagónica como garantía de hacer irreversible lo bueno que hemos logrado y lo que lograremos en el porvenir.
Este será mi último artículo de este año 2016 publicado en mi blog Horizonte en Disputa (https://eliasjauavzla.wordpress.com) y reproducido por iniciativa propia en la página Aporrea y en los diarios La Voz, Avance, Noticias del Tuy, Ciudad Petare, Ciudad Caracas, Panorama y nuestro Correo del Orinoco. A todos los editores y editoras gracias por la cooperación en la difusión de mis ideas para la construcción de la patria buena.
A todos y todas los y las que me leen, especialmente a nuestra juventud, agradecido de su tiempo y espero que lo escrito haya sido útil para la batalla por la independencia, la paz y la defensa de nuestro socialismo bolivariano que hemos librado y seguimos librando este año.
Les deseo una navidad de reencuentro familiar y comunitario y un feliz nuevo año 2017, a partir del cual alcancemos la máxima suma de estabilidad política, económica y social como lo soñó, como lo quiso, nuestro padre Bolívar.
Elías Jaua Milano