Mientras en la oposición escasea gente con capacidad de otear, debidamente, el horizonte, y de elaborar políticas a mediano y largo plazo, emerge Nicolás Maduro sobreponiéndose a las dificultades
Cuando despuntó el año 2016, siendo el panorama político-económico del país notoriamente adverso para el gobierno nacional, el liderazgo del presidente Nicolás Maduro lucía debilitado.
Muchos análisis, eufóricos, se vertieron, en esa oportunidad, con el enfoque de que la estrella que hasta ese momento venía alumbrando el sendero victorioso del proceso político revolucionario que se había iniciado con Hugo Chávez estaba llegando a su fin.
Apretando clavijas
Objetivamente, varios factores desfavorables estaban presentes para darle forma a tales presagios: en lo económico, por una parte, se acentuaba la caída estrepitosa de los precios petroleros rozando, en enero, los 20 dólares, como parte de las maniobras imperiales de manipular el mercado petrolero; y, por otro lado, la burguesía parasitaria local apretaba las clavijas del desabastecimiento y acaparamiento de productos y estimulaba el aumento inflacionario de los precios, teniendo como referencia para la fijación de los mismos el creciente valor ficticio del dólar criminal o dólar-today, establecido caprichosamente para la manipulación monetaria por el eje maiamero-cucuteño.
Toda una compleja situación, apuntalada, además, en el contrabando de extracción y en el cerco financiero internacional; es decir, ni más ni menos, la profundización de una implacable guerra económica, tras la cual, por supuesto, estaba y está, de por medio, la mano tenebrosa del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos de Norteamérica.
En lo social, un malestar creciente en la población trabajadora agobiada por la escasez de alimentos y medicinas, las colas atosigantes, el inevitable bachaqueo, la pérdida de poder adquisitivo, la percepción de vivir en medio de un coas generalizado y la inseguridad personal gravitando permanentemente; cuadro este, en el cual los medios de comunicación privados y las redes sociales fungían como catalizadores, potenciando la crítica situación.
Errática lectura
Y en lo político, con la derrota electoral del 6D, las fuerzas bolivarianas aparecían como disminuidas con relación a la oposición que, al pasar a tener el control de la Asamblea Nacional, insurgió con una aparente fuerza, hecho que, sumado al cuadro económico-social descrito, básicamente inducido, le hizo avizorar a su dirigencia la posibilidad de plantearse, una vez más, el retorno inminente al poder político del país.
Pretensión de retorno al poder mal sopesada por la dirigencia opositora, agrupada en la MUD, que se dejó llevar por la desesperación y en vez de hacer un análisis ponderado de la realidad nacional, centrado no solo en las condiciones objetivas, sino también en el elemento subjetivo, determinante para calibrar si realmente el pueblo venezolano, el mismo que les había brindado el triunfo parlamentario, estaba dispuesto a compartir sus planes de violentar el orden constitucional para arribar al poder con la prontitud deseada.
Pero no, mal aconsejados por la soberbia y la subestimación de las fuerzas bolivarianas, particularmente de la capacidad de liderazgo de Nicolás Maduro, optaron por realizar una errática lectura de la presente coyuntura, siendo esta la razón del por qué avezados políticos como Ramos Allup, oportunistas como Capriles, al igual que impulsivos imberbes como María Corina, Guevarita y compañía, se engolosinaron a tal extremo que asumieron juntos, a pesar de sus contradicciones internas, estimulados, además, por los inefables intelectuales orgánicos de la derecha como Luis Ugalde, Felipe Pérez Martí, Margarita López, etc., que el poder estaba a la vuelta de la esquina y que el gobierno de Maduro, catalogado impunemente de dictatorial, no arribaba a la mitad o, cuando más, a finales de este año.
Así que, desde esa perspectiva, es que hay que observar su accionar desde y con la Asamblea Nacional, propiciando un conflicto desestabilizador permanente y desafiante con los otros poderes públicos, negando el diálogo, invocando un intimidante llamado a la presión de calle que no termina de concretarse, porque les falla, precisamente, el factor subjetivo que se expresa en la conciencia colectiva, cultivada por Chávez, que hace posible que el bravo pueblo, a pesar de las vicisitudes, tenga presente que la revolución bolivariana encarna al único sistema de gobierno que históricamente le ha garantizado el mejoramiento ostensible de sus condiciones de vida y la preservación de la soberanía nacional.
Emerge Nicolás
Mientras en la oposición escasea gente con capacidad de otear, debidamente, el horizonte, y de elaborar políticas a mediano y largo plazo, emerge Nicolás Maduro sobreponiéndose a las dificultades, propiciando un acuerdo histórico entre los países Opep y no Opep para establecer el rescate de los precios del petróleo, forjando lazos estratégicos con potencias emergentes como Rusia, China e India, fortaleciendo la estrecha relación con los países hermanos del Alba y Petrocaribe, impulsando el lanzamiento de 15 motores de la economía que ya dan muestras virtuosas de su efectividad para avanzar en el elevamiento de la producción nacional, dándole respuesta creciente a las necesidades de consumo vital de la sociedad a través de los Clap, estimulando la capacidad productiva del pueblo trabajador, relanzando las Misiones Sociales orientadas a seguir garantizando el bienestar colectivo, golpeando en forma contundente a las mafias que especulan con las necesidades populares y que atentan contra el signo monetario, y en fin, enhebrando todo un conjunto de certeras acciones que afirman y proyectan su liderazgo no solo a nivel nacional sino también a nivel internacional.
Maduro, acompañado de una coherente dirección político-militar, este año derrotó las pretensiones golpistas de la derecha opositora y creó, en consecuencia, mejores y auspiciosas condiciones para enfrentar los venideros años 2017 y 2018. A la oposición habría que cantarle, en estas navidades, aquella sabia conseja popular de que “deseos no preñan”.
«La revolución bolivariana encarna al único sistema de gobierno que históricamente ha garantizado el mejoramiento ostensible de las condiciones de vida y la preservación de la soberanía nacional…»
Miguel Ugas
AFP / Fotos