Cuando el mundo cristiano esparcía el polen dorado de la amistad, el amor y chocaba copas por la felicidad futura, soldados del ejército alemán comenzaron a poner adornos en sus trincheras, bajo el frío y la nieve que no dejaba de caer
Por esta única oportunidad, quiero solicitarle a mis estimados lectores me concedan la licencia de escribir un artículo más extenso que me permita transmitir un mensaje navideño. ¡Gracias! El mejor anuncio de navidad para dos bandos en conflicto es el que relata la tregua durante la Primera Guerra Mundial.
En plena Nochebuena de 1914. Cuando el mundo cristiano esparcía el polen dorado de la amistad, el amor y chocaba copas por la felicidad futura, soldados del ejército alemán comenzaron a poner adornos en sus trincheras, bajo el frío y la nieve que no dejaba de caer. En simultáneo, desde las posiciones británicas comenzó a alzarse un sonido dulce con un emotivo villancico: «Noche de paz», en inglés.
Ese evento ocurrió en el frente occidental, debajo de las auroras boreales en Ypres, Bélgica. El gesto de paz nació entre los soldados enemigos movidos por el sentimiento cristiano de humanidad y hermandad. Aquel evento quedó grabado en la impronta del mundo como “Tregua de navidad”. La artillería pesada permaneció silenciosa esa noche.
Se condujeron ceremonias de entierro con soldados de ambos lados del conflicto llorando las pérdidas y ofreciéndose mutuo respeto, leyeron un fragmento del Salmo 23.
Ese gesto hermoso fue acompañado por pequeños regalos. Intercambio de bebidas y choque de copas por la felicidad y el regreso a casa. El trapicheo de cigarrillos, puros, comida, dulces y chocolates, sirvió para olvidar, por un momento, la nostalgia de estar lejos de sus seres queridos, jugaron cartas, fútbol y ajedrez.
Estos hechos fueron asumidos con perplejidad por los mandos militares, al punto que algunos soldados fueron fusilados y los años siguientes se tomaron medidas para evitar episodios de este tipo.
Voceros del Vaticano señalaron que “las treguas fueron siempre prohibidas por los mandos militares, porque permitían a los soldados reconocerse como seres humanos, hijos de Dios, porque desenmascaraban la propaganda de guerra que describe al adversario como una bestia”. En la guerra se imponían criterios sin pedir condiciones. Ningún frente amenazaba, solo se disparaba sin previo aviso.
Venezuela necesita una tregua, tomando como referencia el gesto de paz de los militares en guerra. La natividad siempre hace aflorar lo mejor de nosotros y nos permite olvidar, por momentos, las preocupaciones, las obligaciones y nos ayuda a ser felices recordando aquellos diciembres dorados cuando esta fiesta decembrina era lo que más esperábamos.
Sería extraordinario que los venezolanos pudiéramos imitar a los soldados alemanes, franceses y británicos en ese gesto de hermandad. Qué agradable y esperanzador sería que el país opositor pudiera darse la mano con el país oficialista.
Estoy pensando en los militantes, no en los dirigentes, qué bueno que estos también se sumaran, enterrando temporalmente, ojalá en forma permanente, el lenguaje del odio y el rencor, reconociéndonos nuevamente como hermanos. ¿Imposible? ¡Con Dios en el corazón todo es posible!
En nombre de Independientes Por El Progreso (Gente), reciban un abrazo fraterno de paz y amistad, recordándoles que después del tintineo de las copas de Nochebuena, vamos al encuentro de un nuevo año de la mano del supremo maestro, quien nos alimenta en la lucha por el bien, la alegría, la justicia y la paz.
Es momento entonces para pensar en los bienes espirituales que nos invitan a sentirnos niños otra vez, inocentes, buenos, felices y esperanzados. ¡Feliz Navidad y que Dios bendiga a Venezuela!
Noel Álvarez
@alvareznv