Muerto Chávez le toca a sus herederos, designados por él, continuar un proyecto que simplemente consistía en mantenerse en el poder, en forma similar a como lo hicieron adecos y copeyanos en el pasado
Chávez llamó a su proyecto político el socialismo del siglo XXI, para tratar de que no lo relacionaran con las insuficiencias y distorsiones del socialismo real, que terminó por derrumbarse en la Unión Soviética y Europa del este, luego de varias décadas de existencia y de haber salido exitoso de ciertos retos y situaciones difíciles. Chávez además asumió un discurso antiimperialista, que nunca se relacionó con una práctica acorde con el mismo. El modelo político no cambió en su esencia, y el voto directo, universal y secreto y la división de poderes continuaron siendo sus pilares. Económicamente tampoco hubo cambio, pues Venezuela siguió siendo un país mono productor de combustible fósil (materia prima) como lo era desde los años veinte del siglo pasado. El discurso iba en un sentido pero la práctica no lo seguía.
Muerto Chávez le toca a sus herederos, designados por él, continuar un proyecto que simplemente consistía en mantenerse en el poder, en forma similar a como lo hicieron adecos y copeyanos en el pasado, sin que ello significara la transformación de Venezuela en una nación industrializada, productora de bienes de elevado valor agregado, con una población capaz de desempeñar empleo calificado, permanente y bien remunerado. El progreso cuantitativo del país fue más la consecuencia natural del avance del mundo contemporáneo, que el producto de programas y planes gubernamentales dirigidos a crear las bases materiales del desarrollo.
El grupo actualmente en el poder, y me refiero a quienes consideran tener derecho a gobernar eternamente a Venezuela, dada su ignorancia, sectarismo y codicia han llevado al país al desastre actual, pues no de otra manera puede calificarse la situación de miseria del 80 por ciento de la población, la escasez extrema de todo lo necesario, la hiperinflación existente, la indetenible devaluación monetaria, la grave inseguridad personal, el colapso de los servicios, la depredación del ambiente, la corrupción desatada, la violación de los derechos, la cesión de nuestros recursos naturales a empresas extranjeras y la puesta en marcha de un diseño educativo para castrar mentalmente a los venezolanos y a cerrar la posibilidad del desarrollo nacional.
Este grupo, comandado por Maduro y Diosdado Cabello, ha diseñado un modelo que se dirige en la práctica hacia el monopartidismo y la eliminación o domesticación de la oposición política, de manera de no tener que medirse en elecciones libres, lo que significaría su prescindencia o su control total de forma de no perderlas en ningún caso. Se permitirían las libertades en tanto no signifiquen peligro y continuaría el discurso populista y libertario. Un nuevo tipo de dictadura, que pueda ser aceptada internacionalmente. Al no poder construir el socialismo del siglo XXI optan por la dictadura del siglo XXI.
Luis Fuenmayor Toro