Si el presidente electo Donald Trump quería mostrar su intención de cambiar totalmente la política hacia Israel respecto de la actual del mandatario Barack Obama, quizá escogió a la persona indicada para enviar ese mensaje: David Friedman, a quien nombró como el próximo embajador estadounidense en ese país.
Se trata de un abogado experto en asuntos de bancarrotas, hijo de un rabino ortodoxo. Es partidario de políticas totalmente contrarias a las del presidente saliente Barack Obama: apoya los asentamientos judíos, se opone a la creación del Estado palestino y defiende con firmeza al gobierno de Israel. Es tan derechista que muchos judíos, partidarios de Israel, temen que propicie una mayor radicalización del primer ministro Benjamin Netanyahu, lo cual reduciría las perspectivas para la paz con los palestinos.
La acalorada controversia en torno a la selección de Friedman surge justo cuando las tensiones entre Estados Unidos e Israel vuelven a crisparse.
En una sorprendente decisión el viernes, el gobierno de Obama permitió que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara una resolución que condena los asentamientos judíos en Cisjordania y los considera ilegales. AP