Nicolás, con una política económica perversa, navega sobre arenas movedizas, sacando del camino productivo a miles de venezolanos que vivían de su pequeña, pero propia iniciativa
Una sociedad marxista distribuye todos los bienes entre sus miembros, pero allí solo los burgueses revolucionarios (burrevo) tienen derechos. Disponen a su antojo de los recursos de todos; no rinden cuentas; exudan los lujos por la piel y figuran entre los millonarios del mundo. En ese sistema, las pequeñas empresas prácticamente desaparecen. Nicolás, con una política económica perversa, navega sobre arenas movedizas, sacando del camino productivo a miles de venezolanos que vivían de su pequeña, pero propia iniciativa.
Karl Marx desarrolló sus ideas del comunismo en «El Manifiesto Comunista». Él creía que la sociedad liberal ofrecía a los trabajadores solo la ilusión de libertad de religión y propiedad.
Sostenía que el capitalismo lideraba a una élite de pocos, controlando a la clase pobre, dándoles libertades simbólicas que siempre terminaban sirviendo a la clase alta y a la burguesía. Con Nicolás, el comunismo-capitalismo es igual y lo controla un grupo de corruptos: funcionarios y burrevos que trabajan al alimón. Las libertades públicas no existen y se violentan todos los derechos ciudadanos.
Lenín creía que una sociedad comunista necesitaría un partido único para calmar el caos en el país y controlar la economía, después de la revolución campesina. Nicolás cree en el partido único y en el caos que genera y por eso tiene en la picota al chiripero comunista que quiere contarse en su tarjeta en las próximas elecciones, porque si afloja, desde sus entrañas lo devorarán.
El marxismo recurre a economías y sociedades agrarias como los gallineros verticales, las siembras urbanas y la cría de cochinos en apartamentos. Lenín se dio cuenta que no podía hacer una revolución con el apoyo solo de las empresas industriales, los granjeros y campesinos. El proyecto se arruinó debido al fracaso de la agricultura planificada y el intento de establecer una sociedad sin clases. Con la caída del sistema económico marxista-leninista, surgió un floreciente sector microempresarial. En Hungría, las pequeñas empresas fueron esenciales para sanar la economía húngara, en la etapa postcomunista.
La transformación de una economía atrasada como la marxista-leninista en una de avanzada pasa por el hecho de que las empresas estatales arruinadas por el régimen chavista, pasen a prestar buenos servicios y a generar ganancias. Yo anhelo que mi país tenga una economía fuerte, donde, ni en sueños, existan “cartillas electrónicas de racionamiento”, en el cual, cada persona pueda cubrir sus necesidades básicas con sus propios recursos y en donde cada uno de nosotros pueda decir: ¡soy un ciudadano!
Noel Álvarez
@alvareznv