Comienza un nuevo año y renacen las esperanzas en los seres humanos de lograr sus sueños y metas, de solucionar sus problemas o de cambiar de vida.
Pero nuestros deseos no deben enfocarse solo a la vida terrenal, ya que lo más importante es la vida espiritual y la vida eterna.
En el evangelio de Juan, capítulo 3, versículos 1 al 6, podemos leer lo siguiente: “Había una hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Éste vino a Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, sino está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo:
¿Cómo puede un hombre nacer de nuevo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez al vientre de su madre y nacer? Respondió Jesús: de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es y lo que nace del espíritu, del espíritu es. No te maravilles si te digo: Os es necesario nacer de nuevo”.
Es cierto que para la mente humana esto es difícil de comprender, pero la misma Palabra de Dios nos da la explicación.
“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de nuevo”, 1ª Juan 5:1. “Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas”, Santiago 1:18.
El nuevo nacimiento, es la transformación de una persona por el Espíritu Santo de Dios y es una de las doctrinas fundamentales de la fe cristiana para ser salvo.
El cristianismo no es una religión, es entregar nuestra vida a Jesucristo y aceptarlo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios.
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
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