El ejecutivo sabotea a la Asamblea Nacional valiéndose de su actual poder militar-cívico, a través de fastidiosas y largas cadenas televisivas el mismo día y hora en que esta sesiona
El culillo se reconoce cuando los cobardes que los sienten no se atreven a enfrentar la realidad por ese miedo que les recorre muy adentro de su ser y les da miedo a enfrentarse a las realidades que les corresponde afrontar. El caso más descarado es el temor de los actuales gobernantes de acudir a unas elecciones en donde se ponga en juego la absoluta voluntad del pueblo en elegir a sus rectores o representantes; miedo de presentar a sus candidatos hasta en la elección de una reina de carnaval, ya que saben que están perdidos.
El haber tenido que sentir el peso de 14 millones de votos en su contra les abre el culillo de no querer realizar elecciones de gobernadores y alcaldes y haber abortado el Referendo Revocatorio donde se debía haber destituido al Presidente de la República, un hecho que demuestra ese gran temor que manifiestan los actuales jerarcas del actual régimen y en donde se sienten apoyados por las bayonetas de un sector militar del país. Les recuerdo a esos seudos gobernantes lo que manifestó siempre el presidente Luis Herrera Campin: “Los militares son leales hasta que dejan de serlo”, lo cual es una gran verdad y que ha quedado demostrado en diferentes hechos históricos a nivel mundial.
El poder ejecutivo, a través del Tribunal Supremo de Justicia, ha querido hacer desaparecer a la Asamblea Nacional impugnando y anulando todos sus actos administrativos y de aprobación de leyes que han realizado desde el mismo día que iniciaron sus actividades parlamentarias. Sabotea a la Asamblea Nacional valiéndose de su actual poder militar-cívico, a través de fastidiosas y largas cadenas televisivas el mismo día y hora en que la Asamblea Nacional plantea y discute, con argumentos sólidos y reales, el abandono gubernamental a ese pueblo necesitado y las realizan a la misma hora que se llevan a cabo tan importantes sesiones parlamentarias. Su único fin es de impedir que nuestro pueblo pueda escuchar las verdades que se dicen en las discusiones que ahí se llevan a cabo para lograr aplicar los correctivos necesarios y lograr una verdadera paz en Venezuela. Eso es y se llama culillo.
Pero este pueblo bravo y digno no debe quedarse callado. Lo primero que tenemos que hacer es tomar las calles y protestar enérgicamente, cumpliendo con lo que nos permite nuestra Constitución y las leyes vigentes, además de que no debemos seguir en las mesas de diálogo, ya que hemos vistos que el gobierno de Nicolás Maduro no cumple los acuerdos que allí se toman. Nuestras protestas deben ser en cualquier lugar, se esté en el supermercado, el cine, los templos, en los autobuses, en plena calle, en los consultorios médicos. Debemos denunciar todos los actos demagógicos, como lo es el aumento de salario sin congelar los precios, ya que solo traerá más inflación. Sin haberlo cobrado ya tenemos que pagarlo cuando vamos a comprar cualquier alimento o artículo necesario para poder vivir con decencia y decoro. También debemos, de una vez por todas, acabar con el mito de «Chávez vive”, ya que todos sabemos que está muerto y enterrado en el Cuartel de la Montaña y que nosotros sepamos el único que ha resucitado entre los muertos fue Nuestro Señor Jesucristo.
La victoria solo se obtiene peleando y nosotros tendremos que pelear, constitucional y democráticamente, para encontrar la verdad, que no es otra cosa que la libertad de Venezuela y de todos los venezolanos.
Salomón Benshimol R.
sbenshimol@yahoo.com