Escribo esta líneas, de despedida de esta tierra, con la impresión de saber que nuestro querido, admirado Roberto De Vries, ya está al lado de nuestro gran Dios dador de vida eterna en el paraíso de justos, compañía y lugar en que Roberto debe estar feliz, gozando de sus virtudes por haber sido en esta vida un ser excepcional, de esos seres que dejan huella en la amistad, en la hermandad, en el aprecio, en la bondad, en la vocación, en la dedicación, en la confianza. Y solo nos queda a los que todavía habitamos en este planeta, la satisfacción de haber contado con su amistad, con el orgullo de haber sido su colega comunicador social y con el honor de haber sido su profesor.
A Rebeca, su querida hermana y demás familiares, mis palabras de sentimientos y a Roberto, allá en cielo, nuestro siempre recuerdo, por tanta enseñanzas de vida que tuvo a bien ofrecernos en su corta existencia como médico psiquiatra y como comunicador social. Paz a sus restos.
Levy Benshimol