La lucha de Pío fue la lucha de todos los que creemos que el capitalismo nos lleva a la destrucción
Hace siete años, un grupo de larenses, entre quienes recordamos a Frank Ortiz, Yeo Cruz, Ramón Querales, Janette García Yépez, Pedro Rodríguez Rojas, entre otros, nos reunimos en la sede de la Biblioteca Pío Tamayo para crear una cátedra que rescatara el pensamiento del luchador tocuyano, divulgar su obra y solicitar que sus restos fueran llevados al Panteón nacional. Dirigimos una carta al presidente Chávez, la cual fue publicada en diferentes medios de comunicación. El entonces presidente de la Asamblea Nacional, el exguerrillero Fernando Soto Rojas, se comprometió públicamente con las gestiones para lograr este fin desde que asumió ese cargo. Los diputados de la Asamblea Nacional (AN) aprobaron el lunes 15 de agosto el 2010 por unanimidad un acuerdo de reconocimiento y traslado de los restos del poeta y líder revolucionario José Pío Tamayo al Panteón Nacional. El presidente del Parlamento, Fernando Soto Rojas, fue el encargado de leer el acuerdo, en el cual se planteó exhumar los restos mortales del poeta y fundador del Partido Comunista que se encuentran en el Cementerio General de El Tocuyo. Trascurridos 7 años y nada de esto se ha logrado, nos preguntamos por qué. Sin desmeritar, recientemente se llevaron los restos de Fabricio Ojeda. Nos preguntamos: ¿tiene menores méritos el revolucionario tocuyano? O aún se maneja la tesis absurda de que él pidió ser enterrado en El Tocuyo y que sus familiares desean cumplir sus deseos? A eso respondemos: los grandes hombres no le pertenecen a una familia, son patrimonio de la nación.
En el actual contexto nacional, en momentos en que se inicia un rescate de los valores históricos y patrimoniales más importantes del país, cuando existe una búsqueda de los asideros ideológicos para sustentar nuestra revolución bolivariana, que tiene en el pensamiento de Pío Tamayo un importante soporte, así como en el surgimiento de una nueva historiografía que toma en cuenta a la historia del pueblo y de los excluidos, ante una nueva corriente pedagógica que pretende formar a las nuevas generaciones en la ética de la solidaridad y el humanismo, tenemos en Pío un importante baluarte. En El Tocuyo recordamos a Pío como el escritor vanguardista, el del Tonel de Diógenes, el precursor de muchas iniciativas, desde el transporte, la Cruz Roja, el cine, teatro y pare de contar.
Pío es uno de los primeros que introduce el análisis marxista en Venezuela, el máximo líder del movimiento de 1928, que luego cayó en traiciones y cuyos herederos negaron el papel fundamental jugado por él y lo marginaron a la simple figura del hombre envalentonado que recitó un poema que hablaba de la libertad. Así lo tuvo claro la dictadura gomecista, que lo expulsó de El Tocuyo por varios años y que luego en su formación política por varios países americanos: Puerto Rico, EE.UU., Cuba, Panamá, Colombia, Costa Rica, Salvador y Guatemala regresó a Venezuela a intentar hacer la revolución. Por eso a los demás involucrados -la mayoría muchachos entre 18 a 20 años y sin formación política- los sueltan a los pocos días. El experimentado poeta dura 7 años en prisión y solo sale para morir en familia.
Frente a los viejos caudillos y la naciente y ambigua socialdemocracia, Pío intentó, junto a otros, dar continuidad al pensamiento bolivariano traicionado, al de Zamora, también truncado. La lucha de Pío fue la lucha de todos los que creemos que el capitalismo nos lleva a la destrucción, de los que estamos comprometidos con la ética de la solidaridad, con el humanismo. Por eso desde la provincia desde estas tierras larenses queremos que nuestro Pío regrese a Caracas a ocupar el puesto que le corresponde, entre los hombres que han pensado y luchado por la dignidad de la patria, que a pesar de su posición económica dejó todo por los que han sufrido la explotación y el desprecio social. Por eso debe estar acompañando a los grandes hombres de nuestra patria. No sabemos por qué aún no ha sido llevado al Panteón Nacional.
Pedro Rodríguez Rojas
Janette García Yépez
aporrea.org