¡Y qué!:Lo que es bueno para el pavo…

Si algún peatón le dice al gruero o  al policía que va acompañándolo que por qué no remolcan a todos los vehículos, dicen que los vehículos de los funcionarios del régimen no se pueden tocar

Salomon Benshimol R.
sbenshimol@yahoo.com
La anarquía que se vive en el municipio Libertador es digna de ser tomada en cuenta para demostrar la incapacidad de un régimen abusador e incapaz. Realmente es increíble ver las cosas extrañas que suceden en el municipio Libertador, donde reina Jorge Rodríguez. Hablamos de reinar ya que él se cree  un funcionario intocable y que jamás nadie podrá tocarlo y es por eso que atropella con su incompetencia a los habitantes y a los que por desgracia se ven obligados a vivir o a transitar por esos predios.
En primera instancia vamos a denunciar el gran abuso permitido, o desconocido, que es peor, del alcalde Jorge Rodríguez con el tema de las grúas remolcadoras de los vehículos estacionados en zonas prohibidas, lo cual sería una acción muy positiva y en beneficio de toda la población si lo hicieran con todos los vehículos mal estacionados, pero lamentablemente solo lo hacen con los automóviles particulares. En  cambio, a los que son o que sencillamente parezcan oficiales no los tocan  ni con el pétalo de una rosa. Y si algún peatón le dice al gruero o  al policía que va acompañándolo que por qué no remolcan a todos los vehículos, dicen que los vehículos de los funcionarios del régimen no se pueden tocar y ellos pueden pararse donde les dé la gana. «Si los remolcamos o tratamos, somos amonestados, ya que somos denunciados a nuestros superiores».
Pero por otro lado, esas grúas y su acompañante, el policía, más bien parecieran ser unos presuntos ladrones de vehículos por la rapidez con que proceden a remolcarlo, sin tomar en cuenta si dañan o no el automóvil que están remolcando. Es necesario hacer una labor de inteligencia contra esos remolcadores y su acompañante, para descubrir si existe o no el precepto concebido de “cuánto hay pa’eso” para no remolcarlo, algo que se podrá descubrir porque sucede a simple vista.
Pero no solo acontece con los grueros. También pasa con la excesiva matraca, la cual sí es descarada de algunas de las autoridades civiles, policiales y militares que se la pasan recorriendo la zona donde hay buhoneros y vendedores ambulantes, ya que ellos sí deben pagar para expender sus productos de: comida, queso, carne, pollo, empanadas, pastelitos, dulces, refrescos, avena, fororo,  jugos, helados caseros  y chuchería, entre muchos más, sin ningún permiso sanitario y por lo tanto no se conoce cómo es su elaboración. Además, también encontramos bisutería, ropa y licores consumidos libremente en sus calles y avenidas y a toda hora, entre otras muchas cosas más, por lo cual presumimos que también se deben realizar ventas de otros productos.
Los ladrones y rateros son vistos con mucha frecuencia y en exceso por todo el municipio Libertador y en muchos casos suceden hechos lamentables, ya que atentan contra la seguridad y la vida de los habitantes y visitantes de ese oscuro lugar donde el acalde Rodríguez tiene su asiento y reinado.
Otro de los hechos que reviste gravedad es ver por todo el municipio a los bachaqueros haciendo su agosto con los que necesitan comprar alimentos de primera necesidad, siendo muy grave la repuesta que recibimos de algunos de ellos que se encontraban en los mercados de Catia y Quinta Crespo, Caracas. Al preguntarles que si no tenían miedo de que le decomisaran la mercancía y que los llevaran presos por distribuir esos alimentos bachaqueado y exhibidos públicamente, su respuesta en fue tajante: “estos productos nos los dan unos chivos del régimen». Otro dijo: “qué va, hermano, el que nos lo facilita está pegado con el gobierno”. Qué vergüenza y qué descaro. ¿Y las autoridades honestas, que son muchas, qué hacen en beneficio del pueblo?
¿Y el flamante alcalde de municipio Libertador dónde se encuentra y qué hace para controlar estas infamias?
Además, qué sucio se encuentra el municipio Libertador, más allá de ser una tronera de huecos  a lo largo de sus avenidas y calles.

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