Cronicas de Marie: Los Venecos y la ciudad infernal del Gabo

El Gabo cuando era feliz e indocumentado vivió en Venezuela.

LOS VENECOS VS. CALICHES

Todo trata según la forma en el decir, y es que uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse.

De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, más la forma en que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas.

La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado.

Y si las palabras despectivas burlonas o amenazantes salen de  la segunda autoridad de un país los acusadores se enfilan al pie del estrado, y es que al tratarse  de diplomacia y de relaciones entre países hermanos los sentidos se erizan a flor de piel y el verbo se resiente

Lo que en una época fue normal para los venezolanos; ver en sus calles a cientos de colombianos buscando la manera de subsistir en tierra venezolana sin papeles legales pero no por esto dejaban de llevar el pan a sus casas y levantar un techo; hoy la situación tristemente ha cambiado.

Las cifras de Migración Colombia muestran que el número de venezolanos a la tierra de Santander, va en aumento. De 202.624 personas que ingresaron en 2010  la cifra saltó a 329.478 el año pasado. En el primer semestre de 2016 entraron  111.370. Y eso que el flujo se frenó desde agosto pasado, a raíz del cierre de la frontera decretada por el presidente Nicolás Maduro.

Sin embargo ese éxodo masivo como el que hubo de millones de colombianos que arribaron a Venezuela entre 1973 y 1979 aún hoy no es comparable…

• GABO EN LA  VENEZUELA  DE TODOS
Gabriel García Márquez (Colombia) dijo un día de nuestra Venezuela (Caracas) que:

“Tal vez por eso, una de las hermosas frustraciones de mi vida es no haberme quedado a vivir para siempre en esa ciudad infernal. Me gusta su gente, a la cual me siento muy parecido, me gustan sus mujeres tiernas y bravas, y me gusta su locura sin límites y su sentido experimental de la vida. Pocas cosas me gustan tanto en este mundo como el color del Ávila al atardecer. Pero el prodigio mayor de Caracas es que en medio del hierro y el asfalto y los embotellamientos de tránsito que siguen siendo uno solo y siempre el mismo desde hace 20 años, la ciudad conserva todavía en su corazón la nostalgia del campo.

«Venezuela fue por poco tiempo, pero de un modo inolvidable en mi vida, el país más libre del mundo. Y yo fui un hombre feliz, tal vez porque nunca más desde entonces me volvieron a ocurrir tantas cosas definitivas por primera vez en un solo año (1958): me casé para siempre, viví una revolución de carne y hueso, tuve una dirección fija, me quedé tres horas encerrado en un ascensor con una mujer bella, escribí mi mejor cuento para un concurso que no gané, definí para siempre mi concepción de la literatura y sus relaciones secretas con el periodismo, manejé el primer automóvil y sufrí un accidente dos minutos después, y adquirí una claridad política que habría de llevarme doce años más tarde a ingresar en un partido de Venezuela (Movimiento al Socialismo-MAS)», relata el Nobel en La infeliz Caracas, que cierra con su conmovedora confesión.
El autor de “El coronel no tiene quien le escriba” y de “Cien años de Soledad;  pasó por Caracas en 1957 cuando la revista Momento lo contrata como reportero. Sería así, testigo excepcional de la caída de Marcos Pérez Jiménez en 1958.

Y así  recuerda en “Cuando era feliz e indocumentado”, un libro publicado al ganar el Premio Rómulo Gallegos en 1972, donde se encuentran los materiales de su experiencia caraqueña. En Caracas también en una Semana Santa, escribió el que llegó a considerar su mejor cuento “La siesta del martes”.

Pese a las dificultades por la que atraviesa el venezolano su sonrisa no la deja….

• LOS VENECOS
El pasado miércoles, en un acto de entrega de casas subsidiadas por el gobierno colombiano el vicepresidente de Colombia, Germán Vargas Lleras, dijo: «Estas casas son para población desplazada que vive en Tibú, no vaya a dejar meter los venecos, por nada del mundo (…) esto no es para los venecos”, alertó como que no se vistan que no van pal baile…

Este 27, la cancillería venezolana emitió un comunicado oficial donde  exige disculpas públicas a Vergas Lleras por palabras  «denigrantes y ofensivas» las declaraciones del segundo al mando en Colombia, le recordó que la legislación internacional reconoce «el derecho a la dignidad y al trato igualitario de las personas», así como «el debido respeto y buen trato que merecen los seres humanos, independientemente de su posición social, etnia, nacionalidad, o cualquier otra consideración».

• EL LIO VERBAL
Uno de los aspectos que dejó claro Vargas Lleras en ese acto es que: «No hay un sólo lugar en Colombia donde se permita que personas que no sean del país, se beneficien de programas sociales».

• LA SITUACION
Venezuela lamentó la actitud reincidente y violatoria del orden jurídico en materia de Derechos Humanos de una alta autoridad del Estado colombiano, y afirmó que ejercerá las acciones que correspondan ante los órganos de justicia internacional.

Hace dos años, el Ejecutivo venezolano reconoció que 20% de las viviendas de interés social construidas en el país eran destinadas a ciudadanos colombianos residentes en Venezuela, quienes tienen acceso a todos los programas de inversión del Estado sin discriminación por su nacionalidad.

Salir de la versión móvil