Estamos en crisis porque tras ganar en diciembre 2015 la AN con el 56 % de los votos, ya en enero todas las encuestas revelaban que el 80 % de los venezolanos estaba a favor de un cambio de gobierno
Desde finales de 2016 el país ha visto y leído diversos planteamientos que hemos hecho sobre la necesidad de reestructurar la Mesa de la Unidad Democrática. En varias ocasiones señalamos que “el año 2016 no debía terminar sin presentar al país una MUD reestructurada en sus propósitos y organización”. Luego dijimos que era importante que tales anuncios se hicieran “a más tardar el 4 de enero”, toda vez que el 5 teníamos el compromiso constitucional de instalar la nueva directiva de la Asamblea Nacional. Y finalmente planteamos que “el 23 de enero, fecha muy importante para los demócratas venezolanos, podría ser un marco adecuado para anunciar al país las nuevas propuestas y la nueva organización de la alianza democrática”.
¿Para cuándo?
Por diversas razones, en ninguno de esos momentos se pudieron hacer estos anuncios. Por eso considero positivo el que por fin en los últimos días otros dirigentes de algunos partidos de la Unidad Democrática hayan planteado públicamente no solo la necesidad de la reestructuración del frente opositor, sino incluso que tal reestructuración sea urgente. Empieza entonces el procesamiento de este tema con un acuerdo importante: el “cuándo” de la reestructuración de la Unidad es ahora, no “dentro de unas semanas”, no “dentro de unos meses”, sino ahora. En realidad, debió ser mucho antes. Así lo determina la velocidad feroz de la crisis política que el país enfrenta, y el dolor inmenso que la crisis económica y social le está haciendo pasar a nuestro pueblo.
¿Por qué?
Determinado el “cuándo” de la reestructuración, para que la misma sea exitosa es fundamental ubicar su “por qué”, y en esto hay que ser claros: a la alianza democrática hay que reestructurarla porque está en crisis. Y la crisis que enfrenta la Unidad Democrática -no desde enero de 2017 sino desde enero de 2016- es una crisis de crecimiento. ¡Estamos en crisis porque el 6 de diciembre ganamos ampliamente la Asamblea Nacional! ¡Estamos en crisis porque tras ganar en diciembre 2015 la AN con el 56 % de los votos, ya en enero todas las encuestas revelaban que el 80 % de los venezolanos estaba a favor de un cambio de gobierno! ¡Estamos en crisis porque en 2016 tuvimos el más grande apoyo internacional que nunca había tenido la lucha democrática del pueblo venezolano en estos 18 años! Esos éxitos generaron un enorme capital político, que la oposición venezolana a lo largo de 2016 no supo administrar en forma unitaria y eficiente. Entonces, la Unidad hoy debe reestructurarse para colocarse a la altura de las nuevas demandas, que son consecuencia de sus propios logros, y para estar en capacidad de dar respuesta al agravamiento de la crisis que padece el país.
¿Cómo?
Tener ubicado el “por qué” de la reestructuración facilita la definición y concreción del “cómo” de la misma: el cambio que está planteado no es un asunto cosmético, facial, sino de fondo. Para ser oposición basta con estar en desacuerdo con el régimen, y manifestarlo con palabras y conductas. Pero para ser opción de poder es fundamental tener una idea clara de qué hacer con ese poder (un proyecto-país); es preciso también tener claro cómo va a ser el gobierno que tendrá la responsabilidad de aplicar de manera exitosa y sostenible ese proyecto de reconstrucción nacional (gobierno de unidad nacional); es indispensable igualmente tener claridad en cuál es el camino para llegar a ese necesario gobierno de unidad nacional (la ruta electoral, la única posible y deseable en el contexto de la estrategia constitucional, pacífica y democrática que caracteriza a la MUD), y finalmente, ante el hecho de que esa ruta electoral está bloqueada por el régimen desde el pasado 20 de octubre, cuando negaron el Referendo Revocatorio, es crucial tener un consenso claro sobre cuál es el diseño táctico que logrará, combinando presión de calle con negociación política, el rescate del hoy secuestrado derecho constitucional al voto.
¿Para qué?
Una reestructuración como esta, que no se limite al diseño de un organigrama, a la redacción de un reglamento o al cambio de unas caras, sino que apunte a dotar a la sociedad democrática venezolana de lo que ha carecido hasta ahora, como es una estrategia de poder, puede ser la respuesta cierta, de fondo, a la sociedad democrática venezolana que demanda de los partidos políticos opositores y de la MUD como alianza, el reconocimiento de los errores cometidos en el 2016, y la corrección de los mismos. Igualmente, una reestructuración de esta naturaleza puede contribuir sustancialmente a la resolución de los problemas de competencia que de manera lógica y natural surgen entre partidos y liderazgos ante la posibilidad de llegar al poder: si existe un proyecto-país asumido, debatido y adecuadamente consensuado; si, por otro lado, existe también un concepto claro de gobierno de unidad nacional, en el cual todos los sectores se vean incluidos y participando, entonces pierde dramatismo y peso el tema candidatural, tan natural como potencialmente disgregador.
Dicho de otra manera: si estamos claros en cómo va a ser el gobierno de unidad nacional y cuál es el proyecto país que va a aplicar, el que ese gobierno lo presida Leopoldo López, Henrique Capriles, Henry Ramos, Henry Falcón o cualquier otro dirigente opositor, pasa a ser un tema importante, pero no conflictivo, resoluble con el probado mecanismo de las primarias. Aliviada esa tensión natural, podremos tener a todo nuestro liderazgo compitiendo legítimamente por demostrar quién es más eficiente en el desarrollo y expansión de la estrategia común, lo cual redundará en un fortalecimiento de esos liderazgos y del conjunto unitario. ¡Como debe ser!
Siempre en lucha
Finalmente, dos precisiones adicionales sobre el tema. En primer lugar, el carácter necesariamente público de este debate es una consecuencia de los logros alcanzados: si la MUD fuese una alianza intrascendente de organizaciones fantasmales, su reorganización sería un “asunto interno”. Pero como la oposición es opción de poder si y solo si está unida, su reestructuración es un tema del más alto interés nacional y por ello debe ser debatido con responsabilidad y, sobre todo, con madurez. En segundo lugar: la MUD es una alianza de partidos, por lo cual los únicos rostros inamovibles en la misma son los de los dirigentes de los partidos. Todos los demás factores, el Secretario Ejecutivo de la alianza incluido, somos recursos al servicio de la Unidad, que estaremos allí mientras allí seamos útiles, listos para seguir contribuyendo con la lucha del pueblo democrático desde cualquier otro espacio, como siempre lo hemos hecho. ¡Pa’lante!
RADAR DE LOS BARRIOS / Jesús «Chúo» Torrealba