El que no considera oportuno ostentar abiertamente su nombre político no posee el coraje necesario para defender abiertamente sus ideas, ya que el nombre no es algo accidental sino la condensación de las ideas
En 2008, el internacionalista norteamericano de la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard, Robert Kagan, publicó su obra The Return of History and the End of Dreams, justo cuando asumía el presidente Barack Obama su primer período constitucional.
En esa obra, Robert Kagan describía de manera magistral cómo sería el retorno del nacionalismo de gran potencia en el mundo entero, el ascenso de Rusia y la normalización de Japón. “El nacionalismo y la nación misma, lejos de debilitarse por la globalización comercial, han vuelto con pujanza”, afirmaba Robert Kagan.
El 20 de enero de 2017, con la juramentación de Donald J. Trump para la presidencia de los EE.UU., se cumplieron los pronósticos del profesor Kagan: ha retornado la historia, han finalizado los sueños liberales, ha vuelto con fuerza el Estado-Nación, y ha regresado la geopolítica.
En ese sentido, está en curso el establecimiento de estrechos lazos con Japón y su normalización como potencia con aspiraciones de hegemonía en el Este de Asia. Estas relaciones con los EE.UU. no solo mejorarán los intercambios económicos entre ambas potencias, sino que también ejercerá una efectiva contención política de China por el Lejano Oriente.
Por otra parte, se observa un olvido de Alemania y de Europa Occidental en general, salvo el Reino Unido. Este impasse tiene su origen en la indiscriminada política inmigratoria de la señora Merkel, quien aspira a la reelección en su país.
Si además gana las elecciones presidenciales de este año en Francia la señora Marie Le Pen, auguro el fin de la Unión Europea, al menos tal y como la hemos conocido durante estos pasados 60 años.
Las relaciones de los EE.UU. con Rusia mejorarán, con el objetivo político de cooperar más estrechamente en la guerra contra Isis, hasta lograr su efectiva total destrucción, y de esta manera se estabilizará el gobierno de Bashar Al Assad y se buscará neutralizar la crisis global de refugiados provenientes del Medio Oriente; todo lo cual fortalecerá la posición de Eurasia y de sus aspiraciones centenarias de expansión hacia el Oeste.
Un concierto de democracias de Europa Occidental tendrá que negociar y llegar a un necesario entente con Rusia; así como toda la América Latina sin excepciones, tendrá que hacer lo propio con los EE.UU., al mediano plazo.
Las grandes potencias se volverán a repartir el mundo, como en Postdam y Yalta, según su natural área geográfica de influencia, en forma progresiva pero inexorable.
Carlos Martínez Ceruzzi
Profesor de la Escuela de Estudios Internacionales
FACES-UCV