La misión que vino a realizar Jesucristo en la tierra, está resumida en el versículo más conocido de las Santas Escrituras: “Porque tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él crea no se pierda, sino que tenga vida eterna”, Juan 3:16.
Podemos entender en este texto, que el único objetivo de la primera venida del Señor al mundo fue de salvar al ser humano, que estaba separado de Dios como consecuencia del pecado de Adán y Eva.
Esto nos lleva a comprender que sin Jesucristo estamos condenados y nuestro destino eterno es el infierno. Y si usted lo duda vuelva a leer el versículo anterior y deténgase en esta frase. “… para que todo aquel, que en Él crea……”.
El Padre nos recalca que sólo a través de su Hijo es que podemos recibir su perdón, reconciliarnos con Él y recibir el regalo de la salvación y la vida eterna en el cielo, junto a Dios.
Ninguno de nosotros sabemos cuando nos vamos de este mundo, por ello, seamos niños, jóvenes, adultos o ancianos, debemos responder afirmativamente al llamado del Señor: “Jesús dijo: yo soy el camino, y la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí”, Juan 14:6.
Todas las Santas Escrituras hablan de la necesidad de recibir a Jesucristo como Señor y Salvador, como la única manera de ser perdonados por Dios y disfrutar del Reino de Dios.
“Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” 1 Timoteo 2:5, “El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” versículo 14, capítulo 4 del evangelio de Juan.
El cristianismo no es una religión, es entregar nuestra vida a Jesucristo y aceptarlo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios.
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
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