El tarifado Luis Almagro no ha logrado convencer a la mayoría de las dignas naciones que integran a la OEA, de que en Venezuela hay una dictadura
Elías Jaua Milano
Escribíamos la semana pasada que los revolucionarios y revolucionarias debíamos seguir luchando juntos y juntas, en el más auténtico espíritu chavista, por la Independencia, la igualdad e inclusión social y por la ética política.
Hoy más que nunca, la unidad de los y las patriotas en torno a la defensa de la Independencia, más allá de cualquier parcialidad política, debe ser la respuesta frente al último informe del Secretario General de la OEA, Luis Almagro, sobre la situación en nuestra Patria.
Ese es un informe lleno de insolencias, como insolente es la personalidad de Almagro; lleno de incoherencias, como incoherente es su moral; abundante en falsedades, como falsa es su actitud de demócrata; sustentando en fuentes sesgadas contra Venezuela, como sesgada es su actitud hacia el proceso político que ha protagonizado el pueblo venezolano.
Sin embargo, entre insolencias, incoherencias, falsedades y el sesgo del tedioso informe, hay que destacar una frase muy peligrosa plasmada, en la página 70 por Almagro en primera persona “…he de reconocer los límites del multilateralismo…” Es decir, el Secretario General de un organismo multilateral como lo es la Organización de Estados Americanos (OEA), expresa que el multilateralismo no es útil. Si eso es así, lo primero que debería hacer este señor es renunciar, o que los Estados miembros le pidan la renuncia.
Pero lo que quiero enfatizar en este artículo es en lo peligrosamente grave de la referida frase. El mensaje es claro: si el multilateralismo no sirve, entonces se justifica la intervención unilateral de cualquier potencia extranjera sobre Venezuela.
Cuando el Secretario General de la OEA, desestima los esfuerzos de Unasur, del Estado Vaticano y distintas personalidades que han intentado y en buena medida han logrado contener, mediante el diálogo, los ímpetus de violencia fratricida de la contrarrevolución venezolana, alentada por burócratas internacionales como Almagro, está justificando que la “solución” a los problemas de los venezolanos y venezolanas llegue desde el exterior.
El informe personalísimo del Secretario General, asesorado por burócratas de la derecha resentida con el pueblo sabio y libre de Venezuela, por nuestra decisión desde hace 18 años de recuperar nuestra soberanía, dejando de lado el tutelaje colonial de la OEA, debe ser denunciado ante todas las instancias nacionales e internacionales como un instrumento de promoción de la guerra civil y la intervención extranjera en la patria de Simón Bolívar.
Necesario es decir que este inefable informe también es un auto reconocimiento de la ineptitud de Almagro, de poder cumplir la tarea que le dieron sus empleadores de Washington de lograr los votos necesarios para aplicar la llamada Carta Democrática; digo llamada, ya que considero que auténticamente democrática es nuestra Constitución Bolivariana, que es la que debemos cumplir.
El tarifado Luis Almagro no ha logrado convencer a la mayoría de las dignas naciones que integran a la OEA, de que en Venezuela hay una dictadura ya que solo en su propia, atribulada y delirante mente, sus falaces argumentos son creíbles. Y este es un elemento que debemos sopesar a la hora de tomar cualquier decisión, como nación, sobre esa organización.
Finalmente, como venezolanos y venezolanas debemos valorar la gravedad de este informe. El país valiente tiene que hacer una exigencia a los y las dirigentes de la oposición que han hecho los llamados “lobbies” para lograr una intervención extranjera contra Venezuela, para que cesen en ese empeño.
El afán contrarrevolucionario de ponerle la mano al “coroto” no puede ser a costa de la paz y la dignidad de la república. Nuestro pueblo ama nuestra independencia, nadie nos la regaló, y los problemas de los venezolanos y venezolanas los resolvemos nosotros y nosotras.
Nos toca a quienes amamos profundamente a nuestra patria unirnos en torno a principios para, en palabras del comandante Chávez, “defender y expandir el bien más preciado que hemos reconquistado, después de 200 años, como es la independencia nacional”. Ese es nuestro primer gran objetivo histórico en esta hora.