La libertad de empresa y la libertad de trabajo van unidas. Una no puede existir sin la otra, y ninguna de las dos puede existir si no hay democracia…
No, no fue un castigo. En realidad fue una oferta amorosa. Génesis 3:19 nos recuerda cuando Dios le dijo a Adán: “Te ganarás el pan con el sudor de tu frente hasta que vuelvas a la misma tierra de la que fuiste sacado, porque polvo eres y al polvo volverás”. El Padre nos habla así de humildad: Somos apenas polvo, tierra, y a ella volveremos. Por eso, por lo efímero del poder, toda soberbia, toda prepotencia están demás. Pero también nos habla de grandeza auténtica: Somos tierra, es decir, somos el planeta, somos parte del Universo, somos la creación, somos nada más y nada menos que hechura divina. Por eso todos los hombres son hijos de Dios y, en consecuencia, hermanos entre sí. De allí que el atropello entre los hombres, la represión y la violencia sean una ofensa al orden natural y a la voluntad del Dios cuyo único hijo nos ordenó “amaos los unos a los otros”.
Finalmente, cuando nos dice “te ganarás el pan con el sudor de tu frente”, Dios no nos “condena” al trabajo sino que nos lo ofrece como camino de liberación: no dependerá nuestro sustento de las falsas bondades del César que quiera distraernos con circo y manipularnos con el pan amargo de la dádiva, no dependerá nuestra vida y la de nuestras familias de las migajas a las que el Estado totalitario nos permita acceder a cambio de obediencia y resignación. ¡No! Es palabra del Señor que tengamos autonomía, libertad, libre albedrío: al ganarnos el pan con el sudor de la frente es a nuestro esfuerzo al que debemos la alegría del sustento y la certeza del progreso. Eso es libertad, libertad de trabajo que solo es posible si existe también la libertad de generar empleo de calidad, es decir, la posibilidad de construir empresas sólidas, solventes, productivas, exitosas.
Por eso, la libertad de empresa y la libertad de trabajo van unidas. Una no puede existir sin la otra, y ninguna de las dos puede existir si no hay democracia, es decir, sin un sistema de gobierno que garantice el respeto a la propiedad privada (sin la cual no puede haber empresas) y que simultáneamente garantice también los derechos sociales y económicos del trabajador (pues sin una fuerza de trabajo competitiva, bien remunerada y bien formada tampoco hay productividad), así como los derechos civiles y políticos de todos los ciudadanos, en igualdad ante la Ley.
Todo, desde los artículos de nuestra Constitución hasta los versículos de la Biblia, todo ha sido violado con las actuaciones obscenas del régimen de Nicolás Maduro contra las humildes empresas familiares que desde hace generaciones producen pan honesto para millones de venezolanos. Al observar en los videos que circulan en las redes sociales la violencia y la grosería del burócrata que amedrenta y hostiga a los panaderos, la inmensa mayoría de los venezolanos llega a una conclusión clara: ese no es el camino, la escasez de libertad no es la solución para la escasez de pan. Al contrario, para que haya pan tiene que haber libertad y para que haya libertad tiene que haber cambio.
El régimen no cumple sus promesas, pero sí sus amenazas. El 12 de febrero de 2017, Maduro prometió crear diez mil “panaderías populares”, que al día de hoy no han generado ni un mendrugo. Pero un mes después, el pasado domingo 12 de marzo, Nicolás Maduro y Tarek El Assaimi arremetieron contra el gremio de panaderos y demás trabajadores del sector, amenazando con cierre de establecimientos y prisión para gente de trabajo. Apenas ha pasado una semana y ya tenemos varias panaderías “tomadas” por el malandraje oficialista. Ante eso, reiteramos la posición de la red “La Fuerza Es La Unión”, hecha pública el pasado lunes 13 de marzo:
1) No puede resolver los problemas quien ni siquiera sabe a qué se enfrenta. Maduro desconoce hasta cuántas panaderías hay en Caracas. En la capital de la República no hay 790 establecimientos productores de pan, como él afirmó. En la Gran Caracas hay un total de 2.398 panaderías, de la cuales 1.187 están en los municipios Libertador, Sucre, Chacao, Baruta y El Hatillo, 473 están en Vargas, 150 en el eje Guarenas-Guatire, 194 en los Valles del Tuy, 198 en el eje Barlovento-Higuerote y 196 en Los Teques.
2) También el gobierno revela un absoluto desconocimiento de la actividad que pretende “reglamentar” cuando exige que “las panaderías empiecen a trabajar a las seis de la mañana para que puedan vender el pan a partir de las 7am”. El proceso de elaboración del pan requiere mucho más tiempo: tras hacer la masa y confeccionar el pan, éste tiene que ser puesto a “reposar” para que “crezca” por los efectos de la levadura. Solo luego se procede a hornear, y luego nuevamente, tras hornear el pan, debe reposar hasta que llegue a una temperatura adecuada para su manejo y venta. “Detalles” como ese los desconocen quienes nunca han trabajado y además no oyen a quienes sí lo hacen.
3) Sin embargo, el problema de fondo no es a qué hora se vende el pan ni la cantidad de establecimientos que lo expenden. El asunto crucial es que no hay la materia prima para elaborarlo. Para atender la demanda nacional de pan, el país necesita 120 mil toneladas mensuales de trigo para que sea molido en los 13 molinos operativos en el país. De esa cantidad, el gobierno solo suele traer (y no con periodicidad mensual, sino en forma desordenada) una cuarta parte, aproximadamente unas 30 mil toneladas, que es lo que consume mensualmente solo la Gran Caracas.
4) La harina no es además el único insumo necesario para confeccionar el pan: las panaderías necesitan, además, levadura, margarina, manteca, sal y azúcar, productos todos marcados por la escasez. Para moler el trigo y producir la harina, los molinos necesitan repuestos e insumos para mantenimiento preventivo y reparación, productos todos que solo se consiguen en el exterior con dólares que, aunque son de todos los venezolanos por provenir del petróleo, el gobierno se niega a asignar y liquidar.
Ese es el fondo del problema, esas son las reales causas de la escasez. La pretensión necia de hacer creer que la crisis se resolvería si en vez de hacer “cachitos” o “palmeritas” se horneara solo “pan canilla” se estrella contra la contundencia de los números arriba expuestos. La tarde del viernes 17, el régimen hizo un show mediático con la llegada al Puerto de La Guaira de un barco con 15 mil toneladas de “trigo panadero”. Eso es apenas el consumo de 15 días solamente en la Gran Caracas.
Como todos los demás problemas del país, el del pan tiene solución… pero no con Maduro en el poder, es decir, no con las roscas de la ineficiencia y la corrupción asfixiando a los venezolanos. Por eso el cambio además de posible es indispensable. ¡Pa’lante!
COLUMNA RADAR DE LOS BARRIOS