Cuando gastamos 4,7 millardos o 2,2 millardos afuera, según sea el caso trigo o harina de trigo, ese gasto proviene de 1,2 millardos o 560 millones de dólares que se gastaron en costos de producción
La comunicación gubernamental falla de continuo. En vez de ser pedagógica, enseñando con la verdad de las cosas, prefiere el misterio, la incapacidad o el engaño. En esta oportunidad voy aproximar una hipótesis sobre la llamada guerra del pan. ¿Qué hay detrás?
Veamos el asunto: trigo, harina de trigo y pan. Es una cadena de valor que implica, entre muchos elementos productivos, gente produciendo y consumidores. Caso venezolano: unos 30 millones de personas. En el país no se produce el trigo. Hay que importarlo para satisfacer la demanda nacional.
Según los datos de la Federación Venezolana de Industriales de Panificación y Afines (Fevipan) publicados en El Nacional, y sondeando el mercado internacional, tenemos que para satisfacer la demanda referida, se necesita la siguiente asignación de dólares:
Si importamos trigo se requieren 4,7 millardos de dólares por año, y si importamos harina de trigo 2,2 millardos de dólares anuales, ya puesta en el país.
La diferencia es significante, y más aún para un estado sin dólares. Para el primer caso hay que exportar 100 mil barriles año, para el segundo 46 mil barriles año, a razón de 47 dólares por barril. Venezuela anda por 2,2 a 2,4 millones de barriles- día de producción. Pareciera un requerimiento admisible medido en barriles días para importar trigo y/o harina al año. Pero el trigo o la harina de trigo no es lo único que importamos. También hay algo más.
El asunto está en el costo de producción del barril venezolano, el cual anda en unos 12 dólares por barril, lo que implica 1,2 millardos en costo de producción petrolera para importar 4,7 millardos en trigo, o 560 millones para 2,2 millardos en harina de trigo.
Con otras palabras, cuando gastamos 4,7 millardos o 2,2 millardos afuera, según sea el caso trigo o harina de trigo, ese gasto proviene de 1,2 millardos o 560 millones de dólares que se gastaron en costos de producción para gastar afuera en importación, gastos que provienen del esfuerzo, del trabajo de extracción del crudo.
Valga aquí la pregunta que ya develamos anteriormente, pero solo para afianzar lo ya afirmado: ¿es o no es el petróleo un producto producido?. Claro, que sí, siempre lo fue, y ahora es un producto flexible. Aguantemos la dialéctica aquí, y regresemos a los números.
El Estado venezolano requiere un 25 % de su esfuerzo productivo interno para importar un bien de consumo, de cuya importación pocos se lucran, y muchos se benefician de algo impropio: el trigo. Díganme: ¿qué es esto?, ¿transculturización?, ¿sociedad enajenada? Yo lo llamo: falta de sentido común nacional, es decir, insensatez colectiva.
Por otro lado, el gobierno necesita pagar unos 9 millardos de dólares en deuda este año. Solo la importación del trigo equivale casi a la mitad, y la de harina de trigo casi un 20 %. Los precios del petróleo no van a subir más por la razón que he referido en otros aportes: el petróleo es un producto flexible. Es la nueva realidad mundial.
¿Qué hay hacia adelante? En el caso del pan es posible que la cadena de valor vaya desapareciendo más y más. Entre 35 a 60 mil empleos directos quedarán cesantes. Ante la nueva realidad, no solo del pan, el Estado tiene la obligación de fomentar nuevas formas de empleo productivo. Para ello hay que ponerse de acuerdo en un plan nacional, primero de rescate, y luego, para el desarrollo conforme a la nueva realidad mundial.
El ejemplo de la guerra del pan es muy ilustrativo para generalizar nuestra economía de importación a cuenta del petrodólar, del cual se ufana la economía privada de generar por cada petrodólar unos cuatro. ¿Pero hacia donde van ellos? La economía privada destina buena parte de sus ganancias a la “inversión afuera”.
Edwin Medina
aporrea.org