La oposición, fiel a su naturaleza oportunista y electorera, se divide en sus ambiciones y piensa aprovecharse del desgaste del gobierno
El ambiente indica agotamiento del paisaje político. El gobierno, sin estrategia, da tumbos girando como una zaranda en el mismo sitio. Hace bulla pero no avanza.
Su política internacional es un desastre. Alguien allá adentro inventó el disparate de señalar la inercia de los ocho años del gobierno de Obama como culpable de las agresiones de un Trump que estaría mal informado, engañado. Desde esa posición, el enemigo no es el imperio y las oligarquías continentales y europea, sino el maluco de Almagro. No es de extrañar entonces que la política exterior sea un verdadero desastre, desarrollada con el mismo criterio de las peleas de vecindario.
En lo nacional el gobierno no está mejor. Su movimiento más notorio es un Corazón Salsero y unas cajas del Clap, algo así como el pan y circo romano. Pero devaluado, ni tan pan ni tan circo, todo chucuto. Aún así el deterioro del apoyo sigue su marcha y el desespero impide hacer elecciones, que es el certificado de la democracia burguesa. La economía no consigue resolver los problemas que más que materiales son espirituales, la ética del capital sabotea cualquier iniciativa social.
La oposición, fiel a su naturaleza oportunista y electorera, se divide en sus ambiciones y piensa aprovecharse del desgaste del gobierno. No tienen más propuesta que el oportunismo, se guían por el axioma de «si el gobierno es malo, hay que votar por la oposición», propio de pueblos embrutecidos por la democracia burguesa.
En el nivel de la democracia cuarto-republicana hay un estancamiento, la profunda crisis moral y económica no consigue respuestas en este campo. Los dos bandos se apartan del mundo real y siguen el juego electoral, como si nada pasara, como si las elecciones arreglaran los problemas. Se comportan como en la cuarta, cuando se cambiaba gobierno para que todo siguiera igual, para la permanencia del capitalismo.
Sin embargo, «unos son los planes del burro y otros del que lo está arreando». La realidad se escapa de las intenciones de los actores políticos burgueses, y habla. La gran pregunta es: ¿cómo reaccionará la realidad a esta situación de desamparo político y calamidad económica? La respuesta es compleja, no se trata de matemáticas, son difíciles los pronósticos. Intentemos una respuesta.
Lo primero es aceptar que el periodo del intento socialista se agotó, fue derrotado por la socialdemocracia del gobierno y de la oposición. Hoy la hegemonía franca la tiene el capitalismo. Sin aceptar esa realidad cualquier análisis será vano.
De aquí que el mañana tiene dos grandes afluentes: la estabilización de la democracia burguesa o la resurrección del chavismo.
La primera pasa por la sustitución del gobierno agotado y la reconstrucción del cuadro dominante, esto es un gobierno y una oposición que participen del juego de la democracia burguesa, la alternabilidad, la imagen de enemigos, el engaño de la masa. Esta sustitución puede ser con la vaselina de un acuerdo entre las partes, pacto que hasta ahora camina por terreno minado, con muchas dificultades, o puede ser que sea mediante un interregno de una dictadura que vehiculice el tránsito.
El otro afluente es la resurrección del chavismo, del socialismo que yace en el corazón de dirigentes y gruesos sectores de las masas. Esta «resurrección de la primavera» tendrá como escenario el desenlace de la crisis. Recordemos que las crisis son revolucionarias, siempre ha sido así, Chávez surge en medio de una profunda crisis del pacto de punto fijo, en medio de ella el socialismo prospera.
Las fuerzas chavistas deben prepararse para ese desenlace inminente. Es necesario que la solución de la crisis no sea hacia el capitalismo, para estabilizar su dominación; sino que sea una solución socialista, volver a Chávez, al Plan de la Patria, contra lógica del capital.
Experiencias de captura de las crisis tenemos aquí en Venezuela. Fabricio nos decía que el 23 de enero del 58 «solo hubo un cambio de hombres, todo siguió igual». De esa manera reconocía que la solución de la crisis del agotamiento de la dictadura de pérez jiménez fue hacia el capitalismo. No haber entendido el momento lo llevó a las montañas a la lucha guerrillera, y el país aun padece esa falla de aquella dirección.
Toby Valderrama
y Antonio Aponte
aporrea.org