El proceso de validación ha permitido descubrir que unos cuantos de los partidos que acompañaban a la opción gobiernera eran simplemente cascarones vacíos
La validación de los partidos políticos ha sido uno de los más recientes artilugios creados por el oficialismo para intentar entorpecer el juego democrático venezolano. Y quizá, ninguna otra de sus invenciones había tenido un efecto búmeran tan contundente.
Porque es que, lejos de convertirse en lo que hubiera sido de esperarse: una herramienta para desactivar a la ciudadanía, terminó siendo un reto al espíritu democrático de los venezolanos. Pero sobre todo, sirvió para decantar qué es lo que sirve y qué no en el marco del enrarecido panorama político nacional.
Podemos hablar con propiedad de la experiencia vivida por Primero Justicia dentro de la llamada validación, ya que la observamos de primera mano.
El partido aurinegro convocó las firmas de casi doscientos mil venezolanos en todo el país, con lo cual no solamente cumplió con un trámite administrativo que pretendía ser engorroso, sino que se convirtió al final en un ejercicio de democracia. Solamente el primer día, 103.216 venezolanos
También demostró su jerarquía y peso en el marco del panorama político nacional, y que es visto por la ciudadanía como una de las opciones de poder para reconstruir a Venezuela.
La prueba terminó sirviendo para demostrar en quién confía la gente. Y más allá de eso, fue un reto para que todos salieran a ejercer un acto que permitiera demostrar un rechazo contundente a lo que hoy padecemos los venezolanos.
Y este gesto multiplicó por mil su valor, debido a que no fue fácil. Como era de esperarse, los obstáculos abundaron por el camino, para impedir que el proceso tuviera éxito. Pero ya sabemos que guerra avisada no mata soldado. Jamás ha existido en este gobierno -ni en el anterior, que en realidad es el mismo- algún proceso que se vincule a la manifestación de voluntad de la gente y que haya sido fácil.
La información oficial emanada de la tolda justiciera denuncia retrasos y entorpecimientos de la situación en diversos lugares del país, y con un patrón que deja ver que estamos muy lejos de una casualidad.
Muchas personas pasaron cinco o seis horas para validar y quedaron por fuera 20 mil ciudadanos que querían manifestar su voluntad de cambio. No hay explicación sensata para justificar que algunos venezolanos se tomaran hasta 10 minutos para validar, a menos que echemos mano a la única posible: operación morrocoy. Y esto fue lo que sucedió en el estado Nueva Esparta, por ejemplo.
Lara y Carabobo también fueron afectados por contratiempos provocados, con lo cual se reconoce ante el mundo entero que dichas entidades estaban dispuestas a ofrecer una respuesta inequívoca en este evento, y que solamente dificultando la expresión de la gente se podía intentar contener una derrota política y moral sencillamente inocultable.
Pero ni siquiera con artimañas se pudo evitar. Todo el mundo salió a la calle y esa fue la mejor expresión de lo que pensamos en los cuatro extremos del territorio nacional.
Las metas de recolección de firmas para validar a PJ se cubrieron sobradamente. Algunas de las cifras de las que disponemos, son: Carabobo 102.13 %, Amazonas 129 %, Nueva Esparta 116 % , Táchira 276 %.
Para poner un ejemplo, en el estado Miranda, donde validaron más de 20 mil personas, se restaron tres máquinas y justamente fue en los municipios Sucre, Baruta y Chacao, altamente movilizados y con los más elevados niveles de rechazo a la gestión actual.
La inconformidad nacional se manifiesta diariamente a lo largo y ancho de Venezuela; pero esta convocatoria fue más allá y tuvo un efecto exactamente contrario al esperado. La respuesta masiva de la gente, ante un partido que representa la urgencia de cambio de los venezolanos, como lo es Primero Justicia, terminó de demostrar de qué lado está la inmensa mayoría nacional.
Aún haciéndolo de manera amañada, cualquier convocatoria a un acto de esta clase, termina sirviendo para que drene la ira, la frustración, el dolor y finalmente la urgencia por construir una Venezuela que sea diferente a la que padecemos.
Y quizá lo más irónico de este episodio es que sirvió para consolidar el paso de numerosos exmilitantes de la tolda roja hacia las fuerzas alternativas democráticas. La cita fue para muchos, la oportunidad de manifestar su descontento con una estructura política que prometió defender sus derechos; pero que ha hecho cualquier cosa menos eso.
El retruécano que hábilmente se sacaron de la manga, terminó sirviendo para demostrar una vez más que el Emperador está desnudo. Porque, entre otras cosas, el proceso de validación ha permitido descubrir que unos cuantos de los partidos que acompañaban a la opción gobiernera eran simplemente cascarones vacíos, inorgánicos y sin masa que los respaldara. Ficciones para vestir de democracia lo que realmente no lo es.
«La información oficial emanada de la tolda justiciera denuncia retrasos y entorpecimientos de la situación en diversos lugares del país, y con un patrón que deja ver que estamos muy lejos de una casualidad…»