La esperanza sigue en la calle

«Chávez respondió: ‘A la calle, a las catacumbas, a la carga, a la toma del poder político en Venezuela…»

Se mantiene la esperanza de recuperar plenamente la estabilidad económica política y social que logramos en la primera década de la revolución bolivariana y que está anidada en el corazón de nuestro pueblo

Elías Jaua Milano

26 de marzo de 1994, Paseo Los Próceres: “¿A dónde va el comandante?, pregunta el periodista en el tumulto. Y Chávez responde: “A la calle, a las catacumbas, a la carga, a la toma del poder político en Venezuela”. En esas catacumbas nos encontramos con Hugo Chávez y nos sumamos al huracán bolivariano, con su carga histórica, que contenía los anhelos de varias generaciones de construir y vivir en un país soberano, decente, con justicia, igualdad, con democracia verdadera, con dignidad. Los caminos de la patria se   llenaron de la consigna “La esperanza está en la calle”.

Largo y culebrero fue el camino que desde ese día hubo de transitar nuestro comandante Chávez, superar las falsas divisiones político-culturales en el seno del pueblo, unificar a la fragmentada izquierda venezolana, saldar los viejos recelos entre civiles y militares, crear núcleos revolucionarios en todos los sectores, recorrer al país varias veces, en medio de la persecución policial, patrañas, traiciones y mezquindades.

El esfuerzo valió la pena, ya para 1997 se había logrado cohesionar un proyecto nacional, común a todo el pueblo, que se expresó en la Agenda Alternativa Bolivariana; en un instrumento político electoral como el Movimiento Quinta República (MVR); en una alianza nacional como el Polo Patriótico y en un gran movimiento de masas que coronaría la victoria electoral del 6 de diciembre de 1998.

A partir del 2 de febrero de 1999, fecha en la que el comandante asumió la presidencia de la república, la  esperanza comenzó a convertirse en realidad concreta en el periodo de mayor expansión de los derechos sociales, económicos,  políticos y culturales de nuestro pueblo, en el marco de las más trascendentes transformaciones constitucionales e institucionales para la democratización integral de nuestra sociedad. Todo lo logrado se ha hecho  en medio de las más grandes agresiones imperialistas y de las élites fascistoide venezolanas. Nunca olvidemos eso.

Tan profunda han sido las transformaciones estructurales, que aún en medio de la agresión económica, la violencia terrorista y la virulenta  injerencia extranjera vivida tras la partida física de nuestro comandante Chávez y a pesar de las heridas en el cuerpo social y moral de la nación, ocasionadas en 4 años de afrenta  contra el pueblo, el gobierno del compañero presidente Nicolás Maduro ha logrado sostener un índice de Desarrollo Humano (IDH) alto. Es decir, que ha garantizado el acceso a la educación, a la organización política, a la ciencia y a la tecnología, a la cultura, a la recreación, a la vivienda, entre otros. Así lo ha certificado, en su informe 2016, el programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), recientemente entregado a nuestro país.

Hoy la esperanza sigue en la calle, hoy la esperanza de recuperar plenamente la estabilidad económica política y social que logramos en la primera década de la revolución bolivariana está anidada en el corazón de nuestro pueblo que resiste, molesto, pero en batalla; descontento, pero consciente que el modelo del socialismo bolivariano es su modelo.

Compañeros y compañeras, a quienes Chávez nos unió desde las catacumbas, hagamos las necesarias rectificaciones para que la esperanza vuelva a ser plena y hermosa realidad para nuestra gente, como lo logró nuestro comandante. Nuestro estoico pueblo se lo merece.            

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