Jesús ha resucitado

La palabra «resurrección» es una metáfora tomada del sueño y quiere decir, literalmente,  volver a levantarse. Por eso nosotros podemos llegar a pensar que Jesús resucitado volvió  a la vida lo mismo que Lázaro. Pero los apóstoles entendieron la resurrección de Jesús de otra manera. En el supuesto de que alguien vuelva a esta vida, habrá que decir que no murió de verdad, o, al menos, que no murió de una vez por todas sin tener que volver a morir. Los apóstoles, en cambio, confesaron unánimemente que Jesús murió y fue sepultado, y resucitó al tercer día de entre los muertos para no volver a morir nunca jamás.

La resurrección de Jesús

La resurrección de Jesús fue para los apóstoles un paso hacia adelante y no un regreso; más aún, ni siquiera la entendieron como una continuación sin límites de la vida presente. Fue para ellos una viva superación de la muerte y del reino de la necesidad, para entrar en el reino de la libertad. Jesús, resucitando, fue «más allá», no en sentido espacial (a otro sitio), sino en sentido cualitativo: comenzó a vivir de otra manera, esto es, en plenitud de vida. Los apóstoles no pudieron hablarnos de esta pascua de Jesús, de este paso, sin utilizar metáforas, pues no hallaron nada igual en el campo de nuestra experiencia objetiva.

Su significado

La resurrección de Jesús significa también para los creyentes que Dios ha revisado su causa, y ha fallado en su favor, dándole la gloria que le corresponde. De modo que el ajusticiado por el sanedrín, el excomulgado por la sinagoga, y el ejecutado por los romanos fuera de la ciudad, aparece como el justo y aún como el juez de vivos y muertos. Dios ha santificado el nombre de Jesús para que todos los que creemos en su nombre y en su misión, tengamos vida en abundancia. Nuestra existencia no camina hacia la muerte. Jesús es la prenda y la fuente de nuestra  existencia eterna, victoria de la vida, que no es empujada hacia un futuro ilusorio, porque es  victoria para hoy. La «Pascua» que vivimos con Cristo nos hace pasar desde ahora a la  verdadera vida, que es comunión con Dios. Desde la mañana de pascua vivimos en régimen  de resurrección, y «en esta existencia cotidiana que recibimos de tu gracia ha comenzado ya  la vida eterna».

El significado de la resurrección

Para los cristianos, la fe se basa en la muerte y resurrección de Cristo. Al igual que una casa construida sobre sus cimientos: si éstos ceden, toda la casa se derrumba. En la cruz, Jesús se ofreció a sí mismo al tomar sobre sí nuestros pecados y descender al abismo de la muerte, y en la resurrección los vence, los elimina y nos abre el camino para renacer a una nueva vida. San Pedro lo expresa sintéticamente al comienzo de su primera carta, como hemos escuchado: «Bendito sea Dios, el padre de nuestro señor Jesucristo, que en su gran misericordia nos hizo renacer, por la resurrección de Jesucristo, a una esperanza viva, a una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera»(1:3-4).

Cumplamos con nuestra obligación

Esto quiere decir que cada día debemos permitir que Cristo nos transforme y nos haga semejantes a él; significa tratar de vivir como cristianos, tratar de seguirlo, incluso si vemos nuestras limitaciones y nuestras debilidades. La tentación de dejar a Dios apartado para ponernos nosotros mismos en el centro siempre está a las puertas. La experiencia del pecado daña nuestra vida cristiana, el poder ser los verdaderos hijos de Dios. Por eso debemos tener la valentía de la fe, no dejarno llevar por la mentalidad que nos dice: «Dios no sirve, no es importante para ti», o cosas por el estilo. Es todo lo contrario: solo comportándonos como hijos de Dios, sin desanimarnos por las caídas, por nuestros pecados, sintiéndonos amados por Él, nuestra vida será nueva, animada por la serenidad y la alegría. ¡Dios es nuestra fuerza! ¡Dios es nuestra esperanza!, y todo lo encontramos en la encarnación, en la vida, en la muerte y en la resurrección de Cristo, el hijo de Dios, hecho hombre, que vino al mundo para librarnos del pecado y de la muerte eterna. Hoy los cristianos del mundo celebramos la gloria de ser la única religión que tiene un Dios vivo y que vive entre nosotros.

Corolario

Deseamos, de todo corazón, en unión de mi esposa Denis, y de mis hijos: Freddy Antonio, Claudia, León Solomón, Jorge Aníbal, Kristal y de mis nietos Anthony y Laura Daniela, toda la paz del mundo y que la glorificación del señor permanezca por siempre en las almas de todos aquellos que aman al señor de los cielos.

Salomon Benshimol

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