QUÉ TAL CONTERTULIO: Muchas cosas sucedieron en una semana que, por tradición religiosa, fue hace muchísimo tiempo de recogimiento espiritual y familiar y que ahora es de paseo turístico y descanso hacia las playas, campos, montañas y de actividad teatral en Caracas.
Pero inusitadamente, esta última estuvo impregnada de acontecimientos políticos protestatarios por parte del pueblo que adversa en su gran mayoría a un gobierno que lo tiene acogotado por la falta de alimentos, medicinas, y por la sobra de inseguridad. Una Semana Santa, muy alejada de las costumbres religiosas de antaño.
Entre los acontecimientos extraordinarios se dieron marchas y concentraciones de protestas en diferentes partes del país. Un acontecimiento bien extraordinario fue el recibimiento que le hicieron a Nicolás Maduro en, en el barrio El Gallo, en San Félix, donde se celebraba la victoria de Manuel Carlos Piar en la Batalla de Chirica contra el realista La Torre. Parecido al de Villa Rosa, en Margarita, pero más contundente, más agresivo.
Varias lecturas se le han dado a tal “recibimiento”. Podemos colegir, inductivamente, sin un ápice de error, que la reacción de los pobladores bolivarenses es la deseada por la gran mayoría (un 90 %) de los venezolanos. Por eso es que no quieren elecciones.
Entre esas lecturas, la más impactante, por lo rastrera y contradictoria, fue la de Aristóbulo Istúriz. Según el exalcalde, exdiputado, exgobernador, exvicepresidente y actual ministro madurista, lo ocurrido en San Félix fue una demostración de amor (¿?) del bueno.
Aristóbulo dice que a Maduro le tiraron flores, mangos, tomates, pero con mensajes de amor; hasta una pelota de béisbol le mandaron, con mensaje de amor, por supuesto, y él (Aristóbulo), cual Omar Vizquel, la “shortsesteó”. Fue una “avalancha de amor” (sic erat dicit). Según el análisis, o la conclusión del afrodescendiente curiepeño, podemos deducir que los opositores pueden acudir sin temores a las marchas, pues las lacrimógenas lanzadas desde los helicópteros y las balas son mensajes de amor que envían los militares y colectivos a los amados opositores.
Una de tres: o Aristóbulo posee un gran sentido de humor negro que no le conocíamos; o se fumó la misma lumpia que él dijo de Chávez; o está como José Vicente Rangel, en un proceso de involución existencial y mental. Me voy por la opción “C”, sin arrepentimiento.
*** OTRO ACONTECIMIENTO sacrílego se dio en la basílica Santa Teresa de Caracas el miércoles santo donde oficiaba misa el Cardenal Jorge Urosa Sabino y las bandas armadas del rodrigomadurocabellismo entraron para agredir a la feligresía y al cardenal, cosa nunca vista contra iglesia alguna en el mundo católico.
*** LAS BANDAS ARMADAS DEL GOBIERNO, denominadas por ellos con el eufemístico nombre de “colectivos”, hacen atracos a la gente en sus mismas casas. En la calle 20, del Campo Gulf de la ciudad de Puerto La Cruz, entraron a varias casas y arremetiendo contra sus habitantes se llevaron artefactos domésticos, dinero y hasta automóviles, a pesar de que esta calle tiene un portón eléctrico que permanece cerrado, eso no fue obstáculo para sus desmanes. Los habitantes de ese campo petrolero lograron identificar a algunos de los “colectivistas” porque son archiconocidos.
*** LAS DECISIONES o sentencias del Tribunal Supremo de Justicia no pueden ser revocadas o derogadas. Claro, no existe un tribunal superior donde acudir, donde apelar. No obstante, existe una figura jurídica que utilizan muchos abogados cuando una sentencia de un tribunal no se ajusta a derecho, se le pide al tribunal, para no apelar al de primera instancia, o al superior, según sea el caso (aparte que es una raya para el juez) que revise su sentencia y, ante tal situación, el juez revocará la sentencia de marras.
Es lo que se conoce en la jerga forense como Sentencia por Contrario Imperio y esto fue lo que hizo el TSJ con las sentencias 155 y 156. Sin más comentarios, por ahora, me despido hasta pronto, Dios mediante.
@adolfredocarril; ajcarrillo23@hotmail.com