Varios comercios ubicados en El Paraíso, Caracas, fueron totalmente desvalijados durante la noche del miércoles, mientras se producían enfrentamientos entre manifestantes y efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana
De la panadería de Andrea Martínez solo quedó en pie un anuncio luminoso que, titilando, ofrecía charcutería. Lo demás fue destrucción. En medio del caos durante las manifestaciones en Caracas, el hampa arrasó con varios comercios.
Vitrinas rotas, bandejas en el suelo, neveras vacías: no quedó un solo pan, un solo jugo. Los saqueadores se llevaron todo, incluidas dos pesadas máquinas, que después dejaron abandonadas en medio de la calle.
Su panadería queda en El Paraíso, uno de los puntos de concentración de la marcha opositora del miércoles, que degeneró a violentos enfrentamientos entre las fuerzas del orden, que lanzaron gases y balas de goma a manifestantes radicales, que respondieron con piedras y cócteles molotov.
El robo fue en la noche. Martínez, de 50 años, no vive cerca y en medio del caos de vías bloqueadas no pudo llegar sino hasta la mañana siguiente.
«Cuando llegamos pensábamos que era simplemente algo pequeño, no la destrucción en la que dejaron todo esto», lanzó con la voz quebrada y los ojos hinchados de llorar.
«Los vecinos nos dicen que utilizaron herramientas para poder forzar las rejas, para forzar los candados, para romper las paredes, no lo hicieron con piedras», añadió, desestimando que hayan sido manifestantes.
Mientras el gobierno del presidente Nicolás Maduro responsabiliza a la oposición del vandalismo y viceversa, hace una semana y media 14 comercios fueron saqueados en Los Teques, en medio de enfrentamientos entre las autoridades y los manifestantes.
Harina y azúcar
Las cicatrices de la violencia son evidentes apenas se llega a El Paraíso: las cenizas de la basura quemada, piedras e incluso un remanente del gas, que huele y pica en los ojos.
El robo a Martínez no fue el único en esa calle, ubicada a pocas cuadras de un cuartel de la Guardia Nacional.
A una librería contigua no pudieron entrar y simplemente rompieron todas las vitrinas, mientras que la tasca que le sigue no se salvó: no dejaron ni una cerveza.
Con cubetas de agua, Albino Gómez limpia el piso de cerámica de este bar. Tiene 32 años trabajando allí y es la segunda vez que arremeten contra el local con tal saña: la primera fue durante las masivas protestas de 2014, que dejaron 43 muertos.
«Es el hampa de allá arriba», dijo a la AFP este hombre de cabello canoso en referencia a una barriada cercana.
Ollas, sillas y un televisor viejo forman parte lo que se llevaron. Los ladrones abrieron además un boquete en la pared para acceder al depósito donde estaba almacenado el licor. Allí solo quedan ahora algunas gaveras vacías.
Arrancaron la campana de la cocina y la lanzaron al piso, y como en la panadería de Martínez, hicieron añicos los cristales del mostrador.
«Uno siente que lo hicieron con maldad, con saña», indicó la mujer, que tiene con su esposo ese local desde hace 15 años.
La comida también
Con la severa crisis de escasez que azota al país, la comida se convierte en un preciado botín.
En la panadería de Martínez, por ejemplo, se robaron cuatro sacos de harina, dos de azúcar, además de una cafetera, una rebanadora y un microondas.
Los ladrones se tomaron unas tres horas, estimó Martínez.
«Se llevaron la producción hecha para hoy, muy triste todo. Son años de sacrificio, no sé cómo haremos para recuperarnos, solo con la misericordia de Dios», expresó.
Javier Tovar / AFP