En El Valle no terminan de digerir lo sucedido entre la noche del pasado jueves y la madrugada del viernes. «Lo que vivimos fue horroroso y ahí están las consecuencias, ahora no vamos a tener dónde comprar»
“Tengo mucha tristeza y angustia, lo que pasó en El Valle es una muestra de que los barrios están armados. La gente del cerro bajó con armas largas y se enfrentó a los policías. Saquearon a sus anchas y pasadas las 11:00 pm fue que llegó la GNB”, recordó María Reyes, quien se metió como pudo entre el bululú de gente que se aglomeró a las afueras de la panadería La Mayer del Pan, ubicada en la calle Cajigal del sector San Andrés de la parroquia El Valle.
San Andrés fue el epicentro de los disturbios más serios ocurridos durante la madrugada del pasado viernes 21 de abril. En esa zona, 18 locales comerciales fueron saqueados en su totalidad. Los destrozos comenzaron pasadas las 9:00 pm, una hora después de la jornada de cacerolazos que retumbó en el lugar.
A esa hora cayó Ernesto Martínez en la calle San Roque que cruza con la Cajigal. Se encontraba justo cerca de su local y cuando trató de defender a otros negocios, le dispararon.
Los vecinos lo recogieron y lo llevaron sangrando al edificio diagonal. “Estaba muy mal cuando lo metimos. Él solo protegía su trabajo». El muchacho, según los dos hermanos, dejó tres hijos.
El negocio de Martínez estaba cerrado. No lograron robarlo, pero nueve que estaban en la misma cuadra quedaron destrozados. Sus dueños desolados trataban de recoger los pocos enseres del lugar. De las pérdidas no quisieron hablar. A Yelitza Vásquez, quien regenta uno de los comercios, le llevaron hasta los puntos de venta. “Esto es irrecuperable”, indicó.
Mientras ella y sus vecinos comerciantes rescataban de los escombros algunos bienes, a menos de 100 pasos se aglomeró una parte de los habitantes del barrio. Todos estaban pendientes de los cadáveres que se encontraban en la panadería La Mayer del Pan, ya en la calle Cajigal.
El paso estaba restringido por funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc), pero eso no impidió que la gente tomara fotos y grabara. Incluso hubo peleas entre los vecinos por diferencias políticas. A los que se identificaban como chavistas los abucheaban y les decían que “la culpa de todo esto era del Gobierno, pues el pueblo tiene hambre”. Los otros respondían que esos muertos eran la consecuencia de actos terroristas.
Reyes lamentó cómo quedó la zona y, con voz muy baja, expresó su miedo a lo que de ahora en adelante puede ocurrir. “Esto no va a pasar, esto va a continuar”.
Lo mismo señaló Scarlet Mijares, también habitante de San Andrés, quien contó que “desde los edificios, los vecinos gritaban a la policía que se retirara porque los que bajaban del cerro tenían armas largas y que los iban a matar. Fue como una guerra, la PNB lanzando perdigones y los saqueadores, más de 500 personas, disparando. Pasadas las 11:00 pm fue que llegó una tanqueta de la GNB y comenzó a lanzar bombas a todos lados. Pero luego se retiraron y quedaron los vándalos haciendo desastres. Lo que vivimos fue horroroso y ahí están las consecuencias, ahora no vamos a tener dónde comprar”.
De hecho, mientras el Cicpc hacía el levantamiento de los fallecidos dentro de la panadería, los pocos comerciantes que se salvaron de la arremetida hamponil sacaban productos, insumos y maquinarias. “Creemos que vendrá una arremetida, esto no se terminó con los muertos”, rumoreaban en el barrio.
Escombros, basura, vidrios, estantes rotos y barro, todo se mezclaba en la vía de dos sentidos mientras se esclarecía la cifra de fallecidos: 11, dijo la Fiscalía. Murieron unos electrocutados y otros baleados.
El diputado de Primero Justicia ante la Asamblea Nacional, José Manuel Olivares, escribió en su cuenta Twitter o que al hospital Clínico Universitario llegaron 13 electrocutados, de los cuales murieron ocho. Además, contabilizó ocho heridos de bala, un fallecido.
Los lugareños refirieron que las víctimas fueron encontradas agarradas de las neveras, por lo que se presume que se quedaron pegadas al tener contacto con los cables de luz 220. El negocio estaba lleno de agua.
Según los trabajadores del local, La Mayer era una de las panaderías más surtidas de la zona. Cuando se fueron los del Cicpc, la gente pretendió entrar y los trabajadores gritaban: “lo único que quedaron fueron esas dos botellas de Coca-Cola”. Luego de las experticias policiales trataron de reforzar las puertas con algunas láminas de hierro.
Los carros que estaban estacionados en la calle tampoco se salvaron de la violencia. Contaron los vecinos que los desvalijaron y que cuando no los podían abrir, les causaban destrozos.
También resultó afectado el Hospital Materno Infantil de El Valle. El efecto de los gases lacrimógenos y la quema de cauchos obligó al desalojo de más de 50 neonatos.
El viernes, el hospital fue custodiado por efectivos de la GNB y en la calle 2, justo al frente, apostaron una tanqueta.
Los Jardines encendidos
«Me han saqueado dos veces pero de aquí no me voy. Primero durante el caracazo y esta madrugada. No se llevaron el piso de chiripa. Me dejaron sin nada. Llegaron más de 600 personas y ante eso no se podía hacer nada”.
El dueño del local Tintalin, en la calle 14, no mostró desolación por lo ocurrido, más bien habló con firmeza: “Claro, me dejaron en el aire, pero al destrozo, a los daños que me causaron, voy a responder con trabajo. Lo hice cuando el caracazo y ahora no me voy a ir”.
Mientras la refriega entre los vándalos y la Guardia estaba en pleno apogeo, entre las calles 2 hasta la 18 de Los Jardines de El Valle, saquearon cinco locales: dos licolerías, un supermercado -que estaba en remodelación-, un abasto, una carnicería y un local de neveras industriales ubicado en el kilómetro 1 de la vía Panamericana.
Zeus Rodríguez, uno de los dueños de la licorería de la calle 18, denunció que no solo se llevaron todo del negocio y dañaron las neveras, sino que desvalijaron la casa que tenían arriba del local.
De la vivienda robaron las pocetas, la cocina entera, las camas, colchones, espejos, muebles, televisores y toda la ropa.
Saqueados de nuevo
La familia de Zeus Rodríguez, joven que llegó hace poco de Madrid, sufre en ocho días su segundo saqueo. El jueves pasado le pasó lo mismo a un comercio que tenían ubicado en Los Teques.
“Bajaron de la 18, eran muchas personas, incluso tenían armas largas. No pudimos meternos, vimos todo de lejos y lo peor es que tenemos a menos de 200 metros la alcabala 3 de Fuerte Tiuna. Fuimos a pedir ayuda y nos dijeron que no podían. Me sentí traicionado por este Gobierno, que en una oportunidad apoyé”.
(Con información de Mabel Sarmiento/cronica.uno.com)