Yuliana Clemente pasó su cumpleaños número 26 retirando los cadáveres de sus tres hijos, de 6, 3 y 2 años, quienes murieron cuando Emilio Lugo, su pretendiente de 60 años, quemó la casa donde vivían
Yuliana Clemente pasó su cumpleaños número 26 en la morgue de Bello Monte retirando el cadáver de sus tres hijos, el pasado martes. Un día antes, los pequeños fallecieron a causa de 80 % de quemaduras en sus cuerpos.
Los niños de seis, tres y dos años dormían cuando Emilio Lugo, de 60 años, lanzó un pote con gasolina hacia la habitación en el sector Merecure de Caucagua, estado Miranda. El combustible le cayó a su mamá, Yuliana, en toda la cara y le obstruyó la vista para localizar la puerta y escapar con los infantes.
Eran más de las 12:00 de la noche del lunes 8 de mayo, cuando la joven iba a apagar el televisor para dormir y escuchó los pasos de alguien corriendo afuera del anexo donde vivía. Al asomarse vio a Emilio -pareja de su abuela Rosa Zerpa, de 66 años- y vecino de la zona. “Comencé a gritar desesperada, traté de abrir la puerta para escapar con los niños, pero no veía y las llaves no estaban en la puerta. Por mis gritos los vecinos tumbaron la puerta”, contó.
Yuliana sacó desmayada a su hija de dos años, Arantza Sarahí Salazar Clemente. Luego cargó a los dos varones: Abraham Moisés Clemente Pérez, de seis -quien sufría de parálisis cerebral y no caminaba- y Aaron José Salazar Clemente, de tres.
En un carro particular los llevaron al hospital de Caucagua, pero no los pudieron atender porque no había insumos. Luego fueron al hospital del Seguro Social de Guarenas, donde recibieron la misma respuesta. Finalmente llegaron al hospital Domingo Luciani, en El Llanito.
Mientras rodaban, Arantza falleció. Abraham murió en la mañana y Aaron en la noche de ese mismo día. Los tres presentaban quemaduras en casi todo el cuerpo.
La madre de las víctimas resultó herida en las caderas, la espalda y las orejas. El martes, con mucho dolor por las quemaduras, tuvo que acudir a la morgue para retirar los cuerpos.
La joven protegía las heridas de la espalda con un suéter, ya que había muchas moscas en la morgue y temía que una se le posara.
Acoso y celos
Yuliana contó que Emilio, la pareja de su abuela, la acosaba desde hace tres años y medio, cuando llegó a vivir en un anexo a casa de su abuela. Antes residió en Guatire, pero no podía pagar el alquiler y mantener a sus hijos, porque no podía trabajar: debía cuidar al pequeño Abraham que presentaba una condición especial.
La mañana del domingo 7 de mayo, el hombre le regaló unos zapatos, pero ella no los recibió. Luego de un cruce de palabras llevó a sus hijos a una redoma cerca de la casa a jugar y se encontró con unos amigos. Así se alejaba de él.
“Él y mi abuela son alcohólicos. Cada vez que se rascaba, me decía cosas y mi abuela me insultaba porque le daba celos. Luego, cuando se le pasaba la rasca, ella me pedía disculpas”, detalló la muchacha en un tono de voz muy bajo, producto de los dolores que sentía por las quemaduras.
A las 9:00 pm, Yuliana regresó a su casa, acompañada por sus amigos, y se quedaron hablando en la puerta. Al cabo de unos minutos apareció Emilio nuevamente, ya ebrio, y se generó una pelea con uno de los jóvenes que defendió a la chica.
Partieron botellas y se cortaron. «Mi amigo quedó detenido y a él lo llevaron al hospital herido, luego salió y llegó a la casa para quemarnos”.
Después de llegar a la zona, el hombre tomó venganza y echó candela a la casa, causando la muerte de los menores.
“Los vecinos casi lo linchan, pero llegó la policía. Le saquearon la casa y lo golpearon”, soltó.
Emilio Lugo, quien es herrero, se encuentra detenido en el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) de Higuerote, estado Miranda.
La joven aclaró que siempre dejaba las llaves pegadas a la puerta, pero esa madrugada no aparecieron, cree que alguien se las quitó.
Posteriormente, su abuela, quien vive al lado, le contó que las encontró debajo de la cama, pero no se explica cómo no se quemaron, ya que esa parte quedó hecha cenizas.
La madre de Yuliana vive en Colombia y su padre en Puerto Píritu, en el estado Anzoátegui. Vivía sola con sus hijos, aunque los padres les pasaban manutención.
“Nunca denuncié a ese hombre porque me daba miedo que mi abuela me botara de la casa y yo no tuviera a donde ir con mis hijos”, detalló.