La lucha de los republicanos por derogar el sistema de salud de Barack Obama y reformar el sistema impositivo se ha visto obstaculizada debido a que el Congreso se enfrascó en las secuelas del despido del director del FBI por el presidente Donald Trump.
La destitución de James Comey -y el torpe manejo de sus consecuencias por parte de la Casa Blanca- ha provocado serias dificultades en el Capitolio: demócratas y republicanos están cada vez más preocupados por cómo podrían afectar las acciones de Trump las investigaciones sobre la posible colusión de su equipo con Rusia.
El caos resultante ha fastidiado a varios republicanos moderados, que tenían la esperanza de que se terminara el ciclo de controversia que marcó los primeros cuatro meses del gobierno y se pudiera llegar a un consenso sobre la agenda legislativa.
Trump hizo campaña con la promesa de derogar y reemplazar el «Obamacare» y reformar la legislación impositiva. Ambas son tareas monumentales, y aunque el Congreso puede actuar con la debida rapidez cuando lo desee, sus cámaras están en un punto muerto. La colaboración entre partidos en el Capitolio parece una utopía en 2017, y algunos sostienen que el revuelo causado por el despido de Comey dificultará aún más la cooperación.