Artículos escritos para La Voz por los profesores de la Escuela de Estudios Internacionales (FACES-UCV). La responsabilidad de las opiniones emitidas en sus artículos y Notas Internacionales es de los autores y no comprometen a la institución.
Francia: señales positivas
El desasosiego frente a la política ha crecido en los países democráticos, pues sus libertades permiten y promueven los discursos críticos
Félix Gerardo Arellano
El contundente triunfo de Emmanuel Macron en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Francia constituye un avance histórico con positivas señales para Europa y el mundo; pero también un enorme reto para la construcción de gobernabilidad y para la transformación de viejos y anacrónicos esquemas políticos. Para los gobiernos autoritarios representa un golpe que acentúa sus contradicciones y fracasos.
El desasosiego frente a la política ha crecido en los países democráticos, pues sus libertades permiten y promueven los discursos críticos y, en ese marco de libertades, han surgido propuestas radicales que exacerban pasiones y sentimientos. Grupos que manipulan la realidad, promoviendo falsos discursos emotivos y nacionalistas, que cautivan pasiones y votos, pero no resuelven los problemas; por el contrario, los agravan. En este contexto encontramos los casos de Donald Trump y la señora Marine Le Pen, pero el pueblo francés ha tenido la inteligencia de comprender la manipulación y votar por el proyecto de la convivencia y el diálogo que representaba el señor Macron.
El triunfo de Macron reporta importantes lecturas. Por una parte, supera el mito de las propuestas autoritarias, cargadas de nacionalismos, fanatismos, xenofobia y exclusiónm como el camino inexorable para la solución de los problemas. Es evidente que enfrentamos procesos sociales complejos; agudizados, entre otros, por la dinámica de la globalización económica, la crisis de los partidos tradicionales, por la corrupción; pero, la violencia y la exclusión no son la solución efectiva. El discurso de Macron no desconoce los problemas, y frente a ellos promueve el diálogo y la convivencia, camino conveniente para Francia y para Europa.
Resulta irresponsable denunciar a la integración europea como la causa de todos los males, menospreciar sus importantes avances y promover su eliminación. Los ingleses, cargados de pasión, aprobaron el Brexit, optando por el irracional retiro y están empezando a sentir las consecuencias. Macron reconoce las debilidades de la integración europea y convoca a un urgente esfuerzo de revisión y reingeniería. Los países europeos son vecinos, son las fronteras naturales, han logrado grandes avances y deberían tener la capacidad e inteligencia para corregir errores y consolidar el proceso.
Otra importante lección tiene que ver con superar el obsoleto y anacrónico debate de las izquierdas y derechas, que tanto benefician a los regímenes autoritarios para manipular y encubrir los atropellos. La propuesta de centro de Macron y su movimiento “República en marcha”, representa una opción eficiente. La sociedad aspira soluciones concretas, no falsos discursos. Ahora, el pueblo francés enfrenta el reto de mantener el apoyo a Macron para la construcción de gobernabilidad. Participación, diálogo y negociación efectiva y equilibrada, representan el mejor escenario, tanto para los gobiernos internamente, como para las relaciones internacionales.
Nota internacional
Constituciones del mundo
Leonel Alfonso Ferrer
En el mundo libre, donde rigen sistemas democráticos, la seguridad jurídica se fundamenta en la positivización del pacto social, que se materializa en la existencia de una constitución política como ley fundamental del Estado, la cual, en un estado de derecho, es la ley superior del Estado. Ello es así desde el año de 1803 cuando en la célebre sentencia “Marlbury vs. Madison”, el juez J. Marshall estableció el principio jurídico de la supremacía constitucional en el aforismo «The Constitution is the supreme law of the land”. Vale decir, es la ley suprema de la tierra.
Un texto constitucional tiene como objeto establecer las reglas de convivencia ciudadana y por ello es contentivo de valores y principios, cuyo desarrollo debe corresponder al legislador. Por ello, en la mayoría de los casos, suelen ser textos rígidos en cuanto a su revisión. Vale decir, solo pueden ser modificados vía enmienda o reforma o mediante la convocatoria de un poder especial, como sería el de una Asamblea Nacional Constituyente.